"Madrid tiene la cara y la cruz del circo"
Emilio Aragón, uno de los showmen más populares de España, es un madrileño que nació en La Habana en 1959. En tres semanas, últimamente, ha colocado su programa El gran juego de la oca (que se emite la noche de los sábados en Antena 3 Televisión) en los primeros puestos del ranking televisivo y ha superado así la melancolía que le produjo el relativo fracaso de su aventura anterior, Noche noche. Con ese espíritu habla de la ciudad donde vive desde 1973. El popular Emilio Aragón nació en un circo y ahora sueña con promover uno para que su ciudad, Madrid, recupere lo que él llama la risa familiar.
Pregunta. ¿Se ríe Madrid?
Respuesta. Se ríe, pero tiene que recuperar la risa familiar que le da el circo.
P. ¿Ha cambiado mucho Madrid desde que sus padres le trajeron de La Habana?
R. Madrid fue la primera ciudad en la que mis padres me dejaron llegar tarde a casa y montar en autobús. Me pasaba el día yendo y viniendo en autobús. Entonces Madrid era chiquita y manejable, y al menos yo, que era un crío, la manejaba. La verdad es que ahora la veo cada vez más como Nueva York, con todos sus defectos y con todas las virtudes de ser Madrid.
P. ¿Cuáles son esos defectos y virtudes?
R. El principal defecto es el dichoso tráfico y la superpoblación. Por otra parte, es una ciudad alegre, que siempre está despierta, que no duerme, en la que los amigos se siguen viendo para tomarse Unos vinos en -el bar de la esquina.
P. ¿Es muy complicado ser famoso en Madrid?
R. Lo mismo que casi en cualquier otra gran ciudad. La gente te conoce y se fija en ti, pero si tú quieres no se te complican las cosas, aunque a veces pierdas mucho tiempo. La vida nocturna es un riesgo, claro; en ciertas ocasiones ser conocido es un inconveniente. Pero como cada vez tengo menos tiempo para salir, he eliminado el problema.
P. ¿Madrid es como un circo?
R. Madrid tiene la cara y la cruz del circo. Hay muchas fieras por ahí rondando. Pero Madrid también tiene lo bonito del circo: es un potaje en el que cabe de todo.
P. ¿Y por qué esta ciudad tan circense ya no tiene circo?
R. Pasó lo que pasó. Los dueños lo vendieron a un banco y a los bancos no les interesan los circos. Pero habrá circo. En año y medio Madrid tendrá un circo permanente cerca del Planetario, en el Parque Tierno Galván. Yo soy una de las personas que están tratando de impulsar ese circo estable. Lo hemos pensado hace cinco años y, si todo va bien, en mes y medio se llega al acuerdo para ponerlo en marcha. Ahora estamos buscando créditos bancarios blandos, promotores; todo es muy caro.
P. ¿Quién está impulsando la idea, aparte de usted?
R. Gente del circo, como Arturo Castilla, Manuel Feijoo, José María González y una quinta persona que no puedo nombrar. El nombre del circo sí lo puedo dar: se llamará Coliseo Príncipe Felipe.
P. ¿Qué le daría el circo a Madrid?
R. Le daría el espectáculo familiar que le falta. Cada vez es más difícil ver junta a la familia entera viendo algo común en un escenario.
P. ¿Qué le ha pasado al circo para que fuera languideciendo?
R. No se ha podido ver en condiciones, se ha abusado de una programación pobre. Nosotros vamos a procurar cambiar las cosas, dando en este circo estable los mejores espectáculos de España y los de los principales circos del mundo: el Kini de Suiza, el Schumann de Suecia, el auténtico de Moscú, el Roncalli alemán.
P. ¿La televisión no es una amenaza para el circo?
R. Es una amenaza, para muchos espectáculos, pero, si lo que se hace es bueno, flota como un corcho.
P. ¿Y esa tristeza que se le atribuye al circo no tira de ese corcho hacia abajo?
R. Ése es un tópico literario que se usa porque es bonito.
P. ¿Actuará en ese circo?
R. A lo mejor. Pero como testimonio o en algo benéfico. Lo importante es tenerlo.
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