La Trilateral impulsa el mercado único entre Estados Unidos, Japón y Europa
La Comisión Trilateral, el foro económico privado más influyente del planeta, propugna la creación de un mercado único entre Japón, Europa y Norteamérica (Estados Unidos y Canadá). Fred Bergstein, asesor del presidente de EE UU, Bill Clinton; N. Nokasawa, presidente de la organización patronal japonesa (Keidanven), y Carlos Ferrer Salat, presidente de Unice, analizarán mañana las bases de un documento que propone a los gobiernos la armonización fiscal y financiera de los tres grandes bloques. Este proyecto, lanzado por el empresario japonés Akio Morita, presidente de la corporación Sony, refunda los objetivos tradicionales de la Comisión Trilateral, que este fin de semana reúne en Barcelona a los miembros europeos.
La coordinación de las políticas económicas, en especial en lo referente a las actuaciones monetarias y al control de cambios, ha sido una obsesión monotemática de la Trilateral desde su origen. La influencia de los trilateralistas en este terreno se manifestó ya en el mismo nacimiento de la organización, cuando el entonces presidente de Estados Unidos Richard Nixon había dado giro nacionalista a su política económica rompiendo los acuerdos de Bretton Woods y suprimiendo la convertibilidad del dólar en oro y otros valores de reserva, para hacer frente al empuje de los países de la CE y Japón.Desde su fundación en 1973, en plena explosión de la crisis del petróleo, la Trilateral afronta ahora por primera vez una auténtica redefinición de sus objetivos. La desaparición de la Europa del Este como bloque enfrentado, tras la caída del muro, y el mejor clima en las relaciones entre Estados Unidos, Japón y Europa después de la última cumbre del G7 caracterizan el escenario en el que inciden las propuestas de la organización, que engloba a hombres de negocios y ex cargos políticos. La evolución de las relaciones internacionales, desde la etapa del aislacionismo japonés y el proteccionismo de Nixon hasta la regionalización económica actual, define las transiciones de la organización.
Paul Volker, ex presidente de la Reserva Federal; Otto Lansdorf, ex ministro alemán de Finanzas, y el propio Morita, los presidentes actuales de la Trilateral en los tres bloques, dirigirán este fin de semana las ponencias sobre la Europa mediterránea y la política industrial de los Doce ante la inminente firma de la Ronda Uruguay.
La economía española ocupa una de las ponencias que desarrollará la reunión.
La necesidad de una política de rentas, la austeridad presupuestaria y la reforma de los instrumentos del Estado del bienestar, en el caso español y en toda Europa, congregarán uno de los debates más esperados de este encuentro, coincidieron en señalar medios empresariales vinculados al foro internacional.
Políticos de ideología conservadora, democristianos, centristas y socialistas integran las cuatro grandes corrientes de la Comisión Trilateral, compuesta por más de 300 personalidades de 14 países. España entró en la Comisión en 1979, cuando Carlos Ferrer Salat, entonces presidente de la CEOE, y Juan Antonio Segurado se pusieron en contacto con el fundador de la institución, David Rockefeller, presidente del Chase Manhattan Bank y hermano del ex vicepresidente de Estados Unidos. La organización propuso entonces a un grupo de 15 españoles, entre los que estaban Antonio Garrigues Walker, José Vilá Marsans, Claudio Boada, Carlos March, Jaime Carvajal y Urquijo y Miguel Herrero de Miñón, entre otros. A este núcleo se unieron empresarios privados, políticos como Alfonso Osorio, y más tarde gestores del sector público con un papel destacado en las legislaturas socialistas, como Luis Solana, ex presidente de Telefónica, y Óscar Fanjul, presidente de Repsol.
Política y negocios
La presencia española en la Trilateral se gestó en octubre de 1978, cuando Rockefeller llegó a España para conocer personalmente la situación política y económica. Estaba a punto de liberalizarse la entrada de la banca extranjera y el presidente del Chase Manhattan intentaba entrar en este mercado. El financiero neoyorquino se entrevistó con representantes del Círculo de Empresarios -que agrupa a un centenar de patronos de los sectores público y privado-, Ferrer y Segurado. Estos últimos establecieron contacto con Rockefeller a través de Garrigues Walker, representante del lobby en España y principal contacto de las multinacionales norteamericanas. Transcurrían los años de mayor influencia de la Trilateral, el club privado más selecto del mundo, al que pertenece sólo uno de cada 14 millones de ciudadanos del planeta. Desde entonces, el desarrollo de la organización en España ha estado siempre envuelto por el secretismo y la discreción propia de las instituciones que cruzan la política con las ramificaciones del mundo de los negocios.
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