La "táctica del charco" ahoga al Sanse
El equipo madrileño olvida la euforia inicial al perder su primer partido en casa
El Sanse se dio de bruces ayer con la realidad. El encuentro del pasado domingo frente al Langreo es ya una anécdota. Hace siete días el conjunto de Joaquín Salmeron consiguió seis goles y se colocó en la zona templada de la clasificación. Frente al Ávila, el conjunto norteño dejó claras sus intenciones para esta temporada: mantenerse en la categoría. Será una difícil empresa, a juzgar por el juego desplegado ayer en la chocolatería de Matapiñoneras.El partido estuvo marcado por el estado del terreno de juego. Debido a las lluvias de los últimos días, el barrizal era de consideración. En este pegajoso ambiente se erigió un protagonista: el charco del fondo norte. En este espontáneo embalse se desarrollaron los acontecimientos más destacados del partido. Cuando Julián, el guardameta ocal, constató que tenía que defender la portería donde se aposentaba el incómodo intruso intentó rebajar el caudal. Le dio tiempo a poco. Corría el minuto 10 cuando el balón se alojó en el charco. El defensa sansero Romero dio una patada al aire e Isidro se enfrentó al redondo barco para anotar el primer gol.
Desde ese instante, los jugadores visitantes intuyeron la presencia del acuático amigo. Cada vez que conseguían el cuero, lo mandaban al charco. El fallo defensivo estaba casi asegurado,y la posibilidad de gol era grande. Así ocurrió en el minuto 20. La historia del primer tanto se calcó. Balón al agua, error defensivo y zapatazo del delantero a la red.
"Venga, que no pasa nada, y además son de Ávila, que no tienen na ", alentaba la afición local ante el descalabro inicial. Pero levantar un 0-2 con el campo en semejantes condiciones se presentaba como una tarea complicada. Al Finalizar los primeros 45 minutos arreció la lluvia y el charco del fondo norte se extendió a todo el terreno. Mala suerte para los locales.
El Sanse pasó a dominar durante todo el segundo periodo, pero luchaba contra muchos frentes. Con un campo impracticable, las pizarras se desmoronan. Aquí no vale la táctica. Bastante tiene el jugador con levantar el balón con la puntera para dar el patadón. El cuero vivió una brutal tortura. Puntapié por aquí, puñetazo por allá... El Sanse no supo sacar provecho del descontrol, como muy bien había realizado su rival. A falta de cinco minutos, el Sanse logró un tanto que imprimió un poco de emoción a los segundos finales. Finalmente se consumó la primera derrota en casa y el regreso a la cruda realidad.
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