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González ve en el PSOE inmodistas y reformistas

El secretario general afirma que no tolerará "exclusiones" y que "la síntesis vendrá sola"

Anabel Díez

El debate en el PSOE sobre el papel del sector público y el alcance del Estado de bienestar se centrará entre inmovilistas y reformistas, en opinión del secretario general, Felipe González. "Hay quien quiere que no cambie nada respecto a lo que pensábamos sobre el Estado en los años sesenta, y quienes, entre los que me encuentro, queremos que haya cambios para mantener el Estado de bienestar". González aseguró ayer, en la clausura del congreso de las Juventudes Socialistas, que, tras las discusiones, la "síntesis vendrá sola". El líder socialista anunció que su tarea va a ser ahora "integradora" y rechazó las exclusiones. González no ve excesivos problemas en el desarrollo del debate, ya que todos en su partido "quieren mantener el Estado de bienestar".

El líder socialista clausuró el XVIII Congreso de las Juventudes Socialistas, en el que José María Crespo cedió el testigo en la secretaría general al gaditano Juan Bouza, de 26 años. El nuevo secretario general le dijo a González que los jóvenes creen en él, pero que tiene que contar con ellos.Los asistentes a la clausura del congreso de los jóvenes socialistas, altos cargos, dirigentes regionales y miembros de la ejecutiva federal, vieron ayer con claridad por dónde quiere su secretario general que discurra el debate para el próximo congreso.

González insistió en que su organización debe despojarse de dogmatismos ideológicos para hacer frente a la crisis estructural que vive la economía española. Para ello, trazó un "triángulo" en el que se deben mover los socialistas en búsqueda de soluciones: creación de empleo, capacidad de competir y capacidad para generar solidaridad.

Empezó por decir que él no tiene en estos momentos la solución mágica a estos problemas e incluso señaló que, en los tiempos que corren, "nadie puede tener la arrogancia de sentirse seguro". Después se hizo varias preguntas a las que los socialistas deben intentar ofrecer respuestas: %Vamos a un concepto distinto de ocupación laboral? ¿Vamos hacia el reparto del trabajo?".

González no dio ciertamente respuestas a las preguntas que hoy tienen planteadas los socialdemócratas en toda Europa, pero sí se mostró convencido de que tienen que despojarse de antiguos postulados que el cambio de la sociedad se ha encargado en dejar arrumbados.

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En un ambiente izquierdista como era el foro de jóvenes socialistas que le escuchaban en un hotel de Madrid, precisó, no obstante, que el socialismo democrático mantiene los valores de paz, libertad y solidaridad, pero añadió uno nuevo para el catálogo: "responsabilidad".

A González le parece bien que continúen las proclamas de solidaridad, pero dio a entender que, cuando se ejerce el poder, hay que tener otras actitudes añadidas. "Se puede ser ideológicamente solidario, pero, si no se es responsable socialmente, no sirve para nada".

Si algo quedó claro en el discurso del secretario general, es que las reformas comenzadas por su Gobierno respecto a recortes o controles en los gastos sociales y en las protecciones por desempleo o jubilación no han hecho más que empezar. "Si no somos responsables se puede producir una quiebra del Estado de bienestar".

González mantiene la oferta del pacto por el empleo, aunque adelanta que "hay que romper las barreras, los obstáculos que impiden la generación de empleo". Eso sí, todos los enunciados de sus reformas terminaban con el objetivo de mantener el "Estado de solidaridad".

En todo este debate, el líder socialista tiene la ventaja de que la discusión se limita a los socialistas, "entre quienes no hay nadie que quiera eliminar el Estado de bienestar y confiar todo al mercado".

En este apartado hizo un resumen de lo que ocurre en su partido en las cuestiones ideológicas: "Hay quien no quiere que cambie nada, dejar al Estado como lo concebíamos en los años 60, y quienes quieren cambios, entre los que me encuentro, para mantener el Estado de bienestar, de solidaridad". González, no obstante, se mostró seguro de que la polémica entre socialistas sólo tendrá ventajas y que, finalmente, se llegará a la "síntesis" sin mayores problemas.

González asumió el papel de máximo integrador en el partido y dijo que no va a tolerar "exclusiones". Quiere debate, convencido de que se dará "la síntesis".

Con mucha atención le escuchaban su esposa y diputada por Cádiz, Carmen Romero; los miembros de la ejecutiva Ramón Rubial, Txiki Benegas, Alejandro Cercas, Matilde Fernández y Salvador Clotas; el ministro del Interior, José Luis Corcuera; el secretario general del grupo, parlamentario, Carlos López Riaño; el secretario general de Castilla y León, Jesús Quijano, y los centenares de jóvenes que le recibieron coreando "Felipe, Felipe".

El nuevo secretario general, Juan Bouza, le dijo: "Felipe, los jóvenes creen en ti, pero tú tienes que contar con nosotros, y vamos a participar en el debate del partido". Los jóvenes socialistas aprobaron una resolución en la que piden la supresión del servicio militar obligatorio, en tanto que González puso como ejemplo de entrega y solidaridad alos "jóvenes militares" que están e misión humanitaria en la antigua Yugoslavia.

El líder socialista les animó que defiendan la paz y la libertad, y aseguró que va a hacer lo posible para que la generación jóvenes políticos no quede bloqueada por la que el representa hoy ocupa en el poder. El congreso terminó con el canto de La internacional.

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Sobre la firma

Anabel Díez
Es informadora política y parlamentaria en EL PAÍS desde hace tres décadas, con un paso previo en Radio El País. Es premio Carandell y Josefina Carabias a la cronista parlamentaria que otorgan el Senado y el Congreso, respectivamente. Es presidenta de Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).

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