CAJERO VIGILADO.
Un mendigo se despereza a la puerta de un banco, a primera hora de la mañana, cuando ya se ha impuesto un movimiento frenético en toda la ciudad. La indigencia y las cajas de caudales, aquí tan próximas y lejanas. Algunos vagabundos se acercan a veces a los cajeros automáticos para pedir el dinero bien calentito que acaba de salir de una cuenta corriente. La respuesta también se repite mucho: "No da dinero suelto".
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