Pleno para un boleto perdido
Un acertante de Lotería Primitiva con seis dianas reclama su premio millonario
Manuel Ulloa no quiere volver trabajar. El sorteo de la Loteria Primitiva del 31 de julio pasado le agració con 150 millones de pesetas. Un capital más que sobrado para aguantar lo que le espera de vida (tiene 46 años) y sostener la educación de sus tres hijos: Leticia (16 años), Irma (12) y el pequeño Imanol (7). Si un mayor número de acertantes hubiera dejado el reparto en 90 millones haría lo mismo: no volver a trabajar.Mucho antes de que amanezca abandona diariamente su casa de Santa Eulalia de Cuartango (Álava) para empezar el tajo a las tres de la madrugada en una tahona de Izarra hasta las once o doce de la mañana, según tercie la jornada.
El único día que rompe la rutina es el miércoles. Ese día, en vez de salir zumbando hacia Santa Eulalia para atender al ganado, pasa por el establecimiento de Heraclio Barrón a depositar su boleto de Lotería Primitiva. Unas semanas llena ocho columnas. Otras, siete. Depende. Al pagar, siempre le pide a Heraclio que revise las apuestas a ver si ha caído algún acierto.
El miércoles de la última semana de julio, Heraclio se puso nervioso al revisar el boleto. Manuel no entendía por qué.
"Oye, que me parece que tienes seis", le dijo.
"¡Qué voy a tener!".
"¡Que sí!".
Miraron y Heraclio gritó titubeando: "Que sí, que tienes seis. ¡Ya te puedes mover!".
El asombro de Manuel crecía al contemplar la zozobra de Heraclio, sumergido entre el barullo de su colmado, donde las cerillas se apilan sobre el tocino, las alpargatas, el pienso, el chorizo curado y los boletos de la Primitiva.
Manuel cotejó el resguardo de su boleto mientras observaba asombrado el nerviosismo de Heraclio. Vio cómo cogía el teléfono para llamar a no sabe dónde. "Me parece que han robado los resguardos y lo han denunciado a la Guardia Civil", dijo al colgar. "No tienes premio".
El premio lo tenía en sus manos. Uno de primera categoría por seis aciertos y cinco de segunda. Sin perder un segundo, Manuel se dirigió a la Guardia Civil de Izarra a interesarse por la denuncia. "Me dijeron que allí nadie había denunciado nada, así que fui a Nanclares a depositar mi resguardo en la Caja Vital Kutxa, donde me indicaron que presentara un recurso".
Así lo hizo Manuel, un gallego fino de Betanzos, desplazado al valle alavés de Cuartango a los ocho años siguiendo los pasos de su padre, ferroviario en la línea Miranda-Bilbao. En la delegación vitoriana del Organismo Nacional de Loterías, a Manuel le mostraron un atestado de la policía de Vitoria junto a un anuncio aparecido en El Correo Español el 29 de julio donde se denunciaba el extravío del boleto 89045/32992 en Izarra y su exclusión del sorteo.
Manuel y su esposa, Ester, llevan invertidas más de 40.000 pesetas en abogados. No saben cuánto les costará continuar con sus reclamaciones, hasta ahora denegadas. La próxima será al ministro de Economía. "¿Por qué tengo que leer los anuncios pequeños de un periódico para saber que mi boleto está desechado?", se pregunta. "Por qué las administraciones no tienen un seguro para afrontar situaciones como ésta? Yo tengo un resguardo sellado por un despacho oficial. Si lo hubiera perdido yo, me quedo sin premio por no presentar el resguardo, pero ¿quién responde de un documento que he comprado y confiado a una administración?".
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