Del Parlamento a la histórica cárcel de Lefórtovo
La prisión del KGB siempre fue la mejor de la antigua URSS y en ella se aplicaron refinadas torturas
Ruslán Jasbulátov y Alexandr Rutskói, los derrotados líderes le la Casa Blanca, han tenido suerte. Han ido a caer en la cárcel privilegiada de Lefórtovo. Allí duermen en camas y no en catres, como en las demás prisiones, además de disponer de una celda para sólo dos personas, con lavabo y retrete incluidos. También pueden usar sábanas blancas, cosa excepcional, ya que los presos se han de apañar habitualmente de sábanas de color grisáceo por la mugre. La comida es relativamente buena y tienen autorización para fumar.El que se les deje fumar es muy importante para Rustkói y Jasbulátov. Aquél consume cigarillos casi sin parar y éste es un gran fumador de pípa, aunque cuando era jefe del Parlamento prohibía que le filmaran mientras daba bocanadas su tabaco holandés por temor a las analogías con Stalin, que a menudo aparecía con pipa.
La cárcel de Lefórtovo siempre fue una de las mejores y albergó a ciudadanos ilustres. Lo malo es que la calidad también concernía a las torturas (en época estalinista tenían fama de ser donde los mejores especialistas aplicaban los tormentos más refinados) y a otros servicios, como la ejecución sumaria, que se practicaba in situ.
En la época brezhneviana, esta cárcel fue el lugar de reclusión de numerosos disidentes. Algunos de ellos se convirtieron en 1990 en diputados de Rusia, como el padre Gleb Yakunin, líder democristiano, y Serguéi Kovaliov, conocido luchador por los derechos humanos.
Durante la perestroika de Mijaíl Gorbachov, estuvieron presos en Lefórtovo dos extranjeros: el periodista norteamericano Nicholas Daniloff (acusado por el KGB en 1986 de realizar espionaje) y el alemán Matthias Rust, que en 1987 aterrizó con su avioneta Cessna 172 en la plaza Roja de Moscú, lo que sirvió de pretexto a Gorbachov a destituir a Serguéi Sokolov, el reaccionario ministro de Defensa.
Confianza de Pedro el Grande
La cárcel debe su nombre al distrito en que se encuentra, un barrio histórico que pasó a llamarse Lefórtovo porque allí estaba emplazado el regimiento que comandaba Franz Lefort, un suizo que sirvió en el Ejército francés y holandés, y desde 1678, en el ruso. Tras once años de vida militar al servicio del zar, Franz Lefort pasó a ser hombre de confianza de Pedro el Grande.
Junto con Rutskói y Jasbulátov han sido encarcelados en Lefórtovo alrededor de un centenar de sus seguidores de la Casa Blanca, entre ellos una serie de ministros paralelos nombrados después del 21 de septiembre (día en que Borís Yeltsin disolvió el Sóviet Supremo) por Rutskói y ratificados por el Parlamento: el de Defensa, Vladislav Achálov y su viceministro Albert Makashov (el general que dirigió personalmente el ataque contra la televisión de Ostánkino, donde se produjo la batalla más sangrienta de estos días con 62 muertos y más de 400 heridos), el del Interior, Andréi Dunáyev, y el de Seguridad, Víctor Baránnikov.
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