Señorías

Su señoría dice que no hay que tener en cuenta el pasado. Será que su señoría misma no tiene pasado y por eso no lo valora. Lo malo para su señoría es que a partir de ahora ya tiene pasado, es decir, que se ha convertido en el juez que decía que no importaba el pasado de Emilio Hellín, que mató a una joven que tenía pasado. A muchos ciudadanos les va a quedar otro tipo de pasado escocido. Porque ni siquiera, que sepamos, Hellín se ha arrepentido del suyo.Puede ser que su señoría esté bobo. Pero también puede ser que su señoría sea un ilustrado posmoderno que se haya aprendido bien que el pasado es intratable porque no lo conocemos por sí mismo, sino a través de la percepción de quienes lo cuentan. Un señoría sumido en la confusión de los tiempos. Un radical de lo suyo.
Hay otro señoría que concluye que un violador es inocente porque estaba borracho. Es la escuela contraria, la que opina que el presente es lo que no importa siempre que. las circunstancias así lo determinen. Esta especie de señoría es más fácil de combatir porque quien esté en desacuerdo le puede llamar miserable cómplice de violación sin incurrir en desacato mediante el truco de dar Positivo en el control de la alcoholemia.
El ciudadano está indefenso mientras no sepa a qué tipo de señoría se enfrenta cuando delinque. Deberíamos saber a qué responsabilidad acogemos cuando acudamos ante un tribunal. Que Belloch tome nota.
La capacidad de una señoría para interpretar la ley es esencial. Pero esa capacidad debe tener límites precisos. Y las mismas o mayores amenazas deben sentir los posibles abusadores señorías que los que no lo son cuando incurren en decisiones injustas. Por locura, imbecilidad o sabiendas.
Ni se puede ni se debe generalizar, pero cada vez que un señoría comete una de éstas rechina todo el sistema y se emborrona el Arias Paz (¿o era el Aranzadi?).
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