Pekín antepone el desarrollo a los derechos humanos
La recta final en la elección de la ciudad sede de los Juegos Olímpicos del año 2000, que se celebrará el jueves en Montecarlo, continuó ayer con otra lucha cerrada entre las dos grandes aspirantes. Mientras la australiana Sidney reforzó su baza idílica al llevar incluso a dos miembros de Greenpeace para hacer propaganda de su respeto a la ecología, Pekín se defendió de las acusaciones sobre la violación de los derechos humanos con un auténtico mitin político. Wu Janmin, un desconocido portavoz del comité organizador chino (BOGB-CO), basó la defensa en que su país es diferente y que su desarrollo es prioritario respecto a los derechos humanos. La 101ª sesión del COI se inauguró ayer con la habitual ceremonia protocolaria.Janmin se apresuró a zanjar la polémica sobre el supuesto boicoteo chino a los Juegos de Atlanta 96 a causa de los ataques norteamericanos para que Pekín no sea elegida sede por su violación de los derechos humanos. "Hemos deseado al alcalde de Atlanta, Maynard Jackson, el mayor éxito", dijo, y añadió que la política no tiene nada que ver con el deporte y que China apoya incondicionalmente "el noble movimiento olímpico".
A continuación, el improvisado portavoz hizo todo un alegato político: "Los derechos humanos no son importantes en nuestra candidatura. El Gobierno chino es muy cuidadoso en preservarlos, como en cuestión de religión o asociación, pero debe verse el conjunto del bosque y no sólo unos pocos árboles".
Berlín recibió con pesar la noticia de que otros cuatro atentados con bomba en la ciudad han destrozado aún más sus pocas ilusiones de nominación.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.