Concejal neonazi
LA ELECCIÓN de un concejal neonazi en un ayuntamiento del extrarradio de Londres ha conmocionado a la sociedad británica y a su clase dirigente. No es para menos. La ultraderecha británica, a diferencia de lo sucedido en Alemania, Francia o Italia, no ha pasado nunca de ser testimonial. Su arrastre electoral ha sido mínimo a través de los distintos grupos políticos que la han representado desde el término de la II Guerra Mundial.Pero la elección de Derech Beacon, un conductor en paro de 47 años, como concejal del municipio de Tower Hamlet, un barrio al este de Londres, en las listas del British National Party (BNP) hace temer que esta presencia testimonial comience a ser también institucional. Lo preocupante no es tanto la elección en sí misma como el escenario en que se produce y el mensaje que ha llevado a los electores a preferir el candidato neonazi al laborista, conservador o liberaldemócrata.
El escenario: un municipio urbano marcado por la depresión económica y sus secuelas de paro, drogadicción y carencia de viviendas. Y que cuenta con una fuerte presencia de emigrantes asiáticos y africanos. El mensaje: la culpabilización del emigrante, como causa de estos males y, en consecuencia, la pretendida necesidad de excluirlo de su comunidad e incluso de deportarlo del país. El mensaje no puede ser más falso y demagógico. Pero eso poco importa si, como en Tower Hamlet, logra prender en los cada vez más numerosos escenarios de características socioeconómicas similares que la actual recesión crea en Gran Bretaña, y fuera de ella, más o menos agravados por las políticas tendentes a laminar los mecanismos de protección social.
La peligrosidad y sibolismo del caso, pues, saltan a la vista. Y aunque, de momento, el suceso sea, sólo una anécdota, bien está que la sociedad británica se dé por enterada para evitar que se convierta en categoría.
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