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Pequeño decálogo para los no iniciados

Francisco Peregil

El gitano Antonio Torres Fernández, secretario de Unión Romaní, uno de los pocos antropólogos que han escrito algo sobre leyes gitanas, se ha encargado de desmitificar en sus obras muchas creencias sobre el código de su pueblo. De entrada sostiene que la ley varía mucho en función de la situación geográfica y social de la familia. No mantienen las mismas pautas un gitano de Sevilla que uno de Barcelona, ni uno del Rastro madrileño que un chabolista del barrio de La Celsa. Pero si hay algo que define a todos los gitanos españoles, en opinión del estudioso, es el respeto a los mayores. A partir de ahí reúne varios puntos en común que se recogen en su libro Vivencias gitanas, editado por la Unión Romaní:- Puede haber actos punibles que lo serán si han sido realizados por gitanos y dirigidos contra miembros de la misma etnia; mientras que si son realizados contra individuos externos a ella, es más discutible tal punibilidad.

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- En cuanto a los atenuantes de una pena, la ley considera en gran medida el prestigio del sujeto que comete el delito.

- Cuando los problemas alcanzan mayor grado de gravedad y no es suficiente la intervención de los propios tíos (personas de respeto), se buscan otros de gran prestigio y que no pertenezcan a los grupos de parentesco en litigio. Estos actúan con el reconocimiento de las partes en disputa, y si el tío en cuestión pertenece a un clan con gran poder, su sentencia será rápidamente dictada y difícilmente las partes en litigio dejarán de cumplirla.

Puede ocurrir que los problemas sean de máxima gravedad -cuando se trata de una ofensa a los muertos, de sangre, a la virginidad de una mujer-, entonces difícilmente pueden arreglarlo los tíos, es la fuerza del propio grupo de parentesco la que tiene que castigar al grupo de familiares de donde haya salido la ofensa, dándole el castigo correspondiente. Es después de esta resolución por la fuerza cuando se provoca la participación de todos los tíos disponibles para evitar que siga la contienda.

- Toda ofensa, incluida la del insulto, es un delito.

- Nunca hay conflicto entre dos gitanos solos, siempre intervienen, como mínimo, algunos miembros de sus parentelas.

En la actualidad, según Torres, la mayoría de las veces en que se aplica la ley se debe a conflictos o peleas a causa de desacuerdos de negocios. Rara vez se utilizan las armas. Y casi siempre se recurre a la mediación de los tíos.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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