Franco Zeffirelli,
director de cine italiano, puede pasar a la posteridad más que por sus obras filmicas, por el impacto de sus campanas sociales. Apenas olvidada la que le llevó a reclamar la pena de muerte para quienes practiquen el aborto, Zeffirelli se ha lanzado a una ardiente defensa de los animales. El primer objetivo de su campaña ha sido acabar con la vieja tradición de la fiesta del Palio, que se celebra dos veces al año -los meses de julio y agosto- en la medieval ciudad italiana de Siena. Zeffirelli -apoyado por otras celebridades del celuloide italiano, como la bella Ornella Mutti, y del diseño, como Elio Fiorucci ha encabezado la protesta, mantenida desde tiempo atrás por la organización de defensa de los animales Animal Amnesty, que ha acusado a la carrera del Palio de ser extremadamente cruel con los caballos que participan en ella. La protesta se ha basado este año en la dura experiencia de la edición de julio, en la que fallecieron dos caballos y tres jinetes resultaron heridos. Las invectivas de los defensores de los animales no han podido impedir que el Palio se celebrara de nuevo el martes pasado, perpetuando una tradición que se remonta al siglo XII. Los defensores de la fiesta ven en la actitud de Zeffirelli, nacido en la ciudad rival de Florencia, un ataque interesado de quien no puede comprender el espíritu del Palio.
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