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Banesto quiere seguir con Induráin hasta 1997

El Banesto no está dispuesto a dejar escapar a Miguel Induráin. El grupo bancario tiene intención de ofrecer a José Miguel Echávarri, el director del equipo, una prórroga de cuatro años del contrato. Fue lo que Arturo Romaní, presidente de la Asociación Deportiva Banesto, definió como "década prodigiosa" [1987-1997] durante la cena celebrada el domingo por la noche en París como homenaje al ganador del Tour. El acto ofreció otro detalle: Echávarri desveló que Induráin había disputado con 40 grados de fiebre la contrarreloj de Monthlery, ganada por Tony Rominger.

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Arturo Romaní efectuó un discurso emocionado, apasiona do, incluso poético (recitó unos versos de composición propia) y cargado de dobles lecturas. Señaló, por ejemplo, que la "década prodigiosa" del ciclismo español comenzó en 1987, "cuando Pedro Delgado perdió su primer Tour", y terminará en 1997. "Ese año, ya hablare mos", añadió.Otro representante de Banesto tamibién presente en el acto fue más conciso y permitió conocer la postura del Banco: "Si a Induráin le quedan tres o cuatro años más en la cumbre, no podemos permitirnos el lujo de prescindir de él. ¿Cómo jus tificar algo así ante nuestros clientes? Tenemos al mejor de portista español de todos los tiempos y hemos de seguir con él. Sería contraproducente para la imagen del banco que Induráin se fuera de nuestro lado, ahora que está en marcha una gran ampliación de capital. Da ría la impresión de que algo no funciona, de que no sabemos manejar nuestra mejor inversión", señaló de madrugada la citada fuente.

El acuerdo entre el Banesto y José Miguel Echávarri está pendiente de aspectos importantes, pero de fácil resolución. Echávarri, consciente de su capacidad de negociación como poseedor (le un valor tan sólido como Induráin, exige tiempo y dinero para ir preparando el relevo del campeón navarro. La creación de un segundo equipo de jóvenes valores comandado por Pedro Delgado es uno de sus proyectos. La mejora del contrato de Induráin es otro tema de discusión.

El director deportivo expuso recientemente su posición en una entrevista concedida a EL PAIS: "Si un banco consigue con Miguel 10.000 millones de pasivo en tres meses, que es lo que Banesto está consiguiendo, su contrato se paga con creces. Si con el nombre de Miguel In duráin la imagen de Banesto está al nivel que está, pues también se paga con creces. Yo quiero un patrocinador que sea consciente, de que tengo que preparar el relevo. Necesito un equipo secundario con Delgado como maestro. Y necesito que ese equipo madure los tres años necesarios para afrontar aventuras como el Tour. No es mucho pedir a la casa que disfrute de Miguel".

La serie de discursos tuvo un debutante de excepción, Rafael Cortés Elvira, flamante Secretario de Estado para el Deporte, y dos protagonistas indiscutibles: Echávarri e Induráin. El primero de ellos aclaró uno de los aspectos más sorprendentes del Tour: la derrota de Miguel Induráin ante Rominger en la contrarreloj de Monthlery.

"Como dicen que éste ha sido un Tour muy fácil, en el que Miguel no ha sufrido y en el que el equipo no ha trabajado, un Tour feliz en definitiva, quisiera elogiar el trabajo de los médicos porque, sin querer restar méritos a Tony Rominger, un rival magnífico, creo que es el momento de que se sepa que el termómetro de Sabino Padilla [el médico del equipo] señaló con precisión el número de segundos perdidos por Miguel en la contrarreloj", comentó con ironía Echávarri. La explicación del director deportivo del Banesto no tardó en llegar: la noche previa a la contrarreloj, el equipo médico trabajó con el navarro hasta altas horas de la madrugada para intentar neutralizar el cuadro febril que padecía, producto de un catarro que cogió en los Pirineos.

Induráin disputó la contrarreloj, según dijo Echávarri, con 40 grados de fiebre y muy mermado de condiciones. A pesar de eso fue segundo, a menos de un minuto del suizo. "Quiero que la gente aprecie el gesto de Miguel. En ningún momento achacó su derrota a la fiebre. Al contrario, dijo que el triunfo de Rominger era merecido y le felicitó por ello". El hermetismo del Banesto, que en ningún momento comentó lo sucedido, respondió a un afán precavido: "Quedaba una etapa por disputar y no queríamos ataques sorpresas. Aunque el último día es de mero trámite, nunca se sabe lo que puede pasar. Lo mejor fue no provocar malos pensamientos en los rivales".

El discurso de Arturo Romaní, barroco y entusiasta ("Hoy es el día de San Miguel Induráin, aunque el Papa Juan Pablo no se ha dado cuenta y todavía no ha iniciado el proceso de beatificación), contrastó con el del campeón, siempre parco en palabras: "Aunque todo el mundo dice que este ha sido un Tour aburrido, yo puedo decir que no me he aburrido. Quiero agradecer a todos el trabajo realizado y a ver si el año que viene estamos aquí celebrando el cuarto".

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