La 'cultura del regalo', clave en los comicios de hoy en Japón
Los candidatos de todos los partidos superan con creces los gastos autorizados legalmente
El hombre que fue secretario del antiguo primer ministro Yasuhiro Nakasone confiesa que posiblemente ninguno de los 955 candidatos que hoy disputan los 512 asientos en la Cámara Baja, prometiendo reformas de diferente alcance en el sistema político nacional, ha respetado el límite legal sobre gastos electorales. "Quien lo haya hecho perderá las elecciones", afirma Katsumi Kobayashi. Un candidato puede invertir en torno a los 30 millones de pesetas, al cambio, pero Kobayashi subraya que al menos en Takasaki son necesarios más de 300.El conservador Partido Liberal Democrático (PLD), castigado por las deserciones y los escándalos, intentará mantener la mayoría que durante 38 años le permitió perpetuarse como régimen, y la oposición, por primera vez desde 1955, podría compartir un Gobierno en una coalición de carácter centrista.
Yasuhiro Nakasone, una de las víctimas más notables del escándalo Recruit, compañía que a mediados de los años ochenta vendió acciones amañadas a cambio de favores políticos, nació en esta ciudad de 250.000 habitantes, situada 100 kilómetros al norte de Tokio, y compite por uno de los cuatro escaños asignados al distrito, tercero en que está dividida la provincia de Gumma. Ha conseguido la reelección en 17 ocasiones, y es casi seguro que lo logre de nuevo porque los votantes nipones, fundamentalmente aquellos registrados en las demarcaciones más rurales, son de probada lealtad a sus representantes locales.
Nakasone, admirador de Ronald Reagan y contrario a un compromiso con la oposición para establecer una democracia más generosa con la oposición, consiguió 86.000 sufragios en 1990, y su gente confía en que esta vez obtendrá 84.000. Casi matemático.
Miedo al cambio
Yayoi, de 29 años, universitario, también está convencido de que el PLD es el fundador y principal beneficiario de lo que se llama corrupción institucionalizada. A pesar de ello, le votará: "Es el partido que nos ha traído la prosperidad, y el cambio constituye una aventura que no me interesa experimentar".El antiguo secretario de Nakasone lamenta que "al coincidir la convocatoria de elecciones con varias crisis" apenas ha habido tiempo y oportunidades para poder recabar fondos. Pero dinero no falta, aunque ahora no sobre. Los empresarios y financieros fueron siempre generosos con el grupo en el poder. En Tokio, la patronal y la banca decidieron, en previsión de cambios, compartir con los nuevos partidos conservadores la ayuda financiera que antes se destinó únicamente a los liberales.
Kobayashi dirige un equipo de 50 personas, en su mayor parte secretarias, encargadas de actualizar en el ordenador la relación de seguidores, la mayoría de ellos agasajados por la maquinaria del antiguo primer ministro en las bodas, bautizos o funerales de sus deudos. La denominada cultura de los regalos y los favores. En tiempos se prometían carreteras y puentes, pero, al estar casi todos construidos, los ofrecimientos son otros. Estos grupos de apoyo, que responden a los intereses del candidato más que a los del partido, constituyen un pilar fundamental en el entramado electoral.
Situación más confusa
Koichi Kishimoto, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Reitaku, teme que las cosas sigan igual por mucho tiempo. "Todos los partidos hablan de cambiar Japón y su sistema político, pero ninguno de ellos ha presentado propuestas concretas. Las actuales estructuras continuarán, con la diferencia de que la situación se volverá más confusa", comenta.Dos cuadros liberales, pertenecientes a facciones diferentes en el PLD, luchan por los mismos escaños en el distrito de Takasaki. Ocurre igual en el resto del país, y así se corta el paso a la oposición. Uno de ellos es hijo del también antiguo primer ministro Takeo Fukuda. Todos los encargados de campaña consultados en esta localidad coinciden en adelantar que los tres conservadores conseguirán el acta parlamentaria porque la cuarta recaerá en el aspirante soc¡alista, como en 1990, o en el representante del Shinseito (Partido de la Nueva Vida), formado por disidentes del PLD, tras la votación de la moción de censura del 18 de junio contra el Gobierno.
El Nuevo Partido de Japón, ascendente y de gran implantación entre los jóvenes urbanos, no estará representado en este distrito. No hay suficiente dinero ni organización para asegurar su victoria, y presentarse sería una pérdida de tiempo y fondos. Para desbancar abiertamente al PLD será necesario esperar la prometida reforma del sistema electoral, una de las banderas de la oposición, y convencer también al electorado de que las necesidades del nuevo Japón trascienden el desarrollo económico. La pugna de Takasaki, con variaciones en la filiación de los contendientes, se repite en el resto de los 129 distritos electorales japoneses.
En el cuartel general del reformista Shinseito se destaca la fotografía del candidato local, a quien se quiere dignificar y dotar de clarividencia colocándole un libro abierto entre las manos. La pose fracasa en su intento por transmitir sabiduría y empuje. A su derecha, en un pasquín de dimensiones más reducidas, el fundador del partido, el "traidor" liberal Tsutomu Hata, aprieta el puño derecho a la altura de la cintura, como quien se apresta a lanzar un gancho contra la corrupción del partido, que abandonó el mes pasado.
Haruta Yushimisa, organizador de la campana, rehúsa decir cuánto dinero ha gastado el partido, ni quiénes son los donantes del Shinseito, unos de cuyos lemas centrales es "Por el bienestar social y la infancia". El candidato es médico. "Esperamos beneficiarnos de votos procedentes del partido liberal y de los socialistas", comenta. En un restaurante del centro de la ciudad, cuatro mujeres de profesión "sus labores" discuten de política. Demuestran interés por el cambio observado en la política japonesa al dividirse el partido liberal y perder el Gobierno la moción de censura parlamentaria. "Esperamos pocos cambios. Son cosas de la prensa. Todo irá muy lento, y los jóvenes dudan más de que realmente ocurra un cambio sustancial", opinan.
Hiroshi Imazu, de 46 años, es uno de los 955 candidatos, entre ellos 70 mujeres, a la Cámara Baja. Declara querer combatir la corrupción "desde dentro", pero reconoce que, de momento, sin dinero no hay nada que hacer. La tesorería del Partido Liberal Democrático le asignó para gastos de campaña 25 millones, pero han resultado insuficientes. "Debo otros 25 millones", dice.
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