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Renwick: "Olazábal necesita un psiquiatra"

José María Olazábal, con 147 golpes (+7), sufrió su primera eliminación en el Open Británico de golf desde la de su debú, en 1984, y la segunda en el Grand Slam de 1993 (la otra, en el Open de Estados Unidos). Dave Renwick, su caddie, incluso se atrevió en una humorada irónica a recomendarle un psiquiatra. El inglés Nick Faldo (63, -7, ayer gracias a sus siete birdies) asumió el liderato con uno menos (132 por 133) que el alemán Bernhard Langer y con dos menos que el australiano Greg Norman y los estadounidenses Fred Couples y Corey Pavin (134). Severiano Ballesteros y José Rivero (141) no mantuvieron su buen ritmo.

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ENVIADO ESPECIAL"A fucking psychiatrist" ("un jodido psiquiatra"). Aun en broma, la irónica afirmación de Renwick, el caddie de Olazábal, fue demoledora. Sólo se le había preguntado si al golfista español le convendría o no un psicólogo o un sofrólogo, pero el escocés no se lo pensó dos veces al responder. Sus relaciones con Olazábal son profundas. Carga con su bolsa de palos "desde siempre" y, aunque suelen discutir, no es su intención dejar de cargarla. Una vez fue su jefe el que no quiso saber nada de él porque se presentó tarde después de una alegre noche de copas. Otra fue él quien le dejó plantado en pleno campo y obligó a su apoderado, Sergio Gómez, a tomar los bártulos. No importa. Son amigos.A Renwick, eso sí, le llevaron los demonios cuando Olazábal no atendió sus consejos en el hoyo 14. Lo afrontaba con un +3 parcial. Al menos, precisaba un birdie (-1) para asegurarse la continuidad en el torneo. Como se trataba de un Par-5, la ocasión se antojaba propicia. Lamentablemente, el vasco blandió su driver con tanto ímpetu que lanzó la pelota fuera de los límites de la calle. Hubo de jugar, pues, otra. Lo peor, sin embargo, no fue eso, sino que se ofuscó y utilizó el mismo hierro, siendo las distancias y las circunstancias distintas, en sus golpes siguientes. Las advertencias de Renwick le resbalaban. Su desastre fue un triple bogey (+3) que le condenó a salir por la puerta falsa de una competición en la que era el sexto de los favoritos. ¿Un psicólogo? ¿Un sofrólogo? "A fucking psychiatrist".

Consciente de su eliminación, el green del 18 fue un suplicio para Olazábal. El norteamericano Jack Nicklaus (al despedirse, procuró consolarle con unas palmadas), una leyenda viva, fue aplaudido a rabiar. El inglés Mark James, cuya bola errática había hecho peligrar la integridad física de algunos, departió con los espectadores y provocó sus carcajadas. Eran sus compañeros de partido, pero no tenían nada que ver con él. ¿Qué hacía allí? Deseaba terminar cuanto antes y poner tierra de por medio. Su mirada se escondía en sus dedos. No le interesaba lo que acontecía a su alrededor. Su enésimo bogey (+ 1) estaba cantado.

¿Habría podido mantenerse en liza con otro espíritu? En principio, Olazábal no parece poner demasiado de su parte para desmentir a quienes le critican por sus "huidas" en cuanto las contrariedades le asaltan. Las comparaciones son odiosas, en efecto. No obstante, es inevitable que se le sitúe frente al espejo de Ballesteros, la resistencia personificada a la adversidad. Su imagen se difumina en él. Cada uno es cada cual; pero él no ha mostrado hasta ahora el talante del cántabro ni con sus hechos ni con sus palabras. Cuando se le recordó que tampoco superó el corte en junio en el Open de Estados Unidos, la cita precedente del Grand Slam, casi se encogió de hombros: "No pasa nada".

¿Fue una simulación? Por su propio bien, hay que entender que sí. En su fuero interno, ha de estar preocupado. Sentado ya en su coche, reconoció en voz baja que era su día "más triste" en el Open. Claro que sí. Apenas había padecido antes una eliminación y fue muy atenuada porque, en 1984, era un debutante. "Me han fallado los hierros", añadió. ¿Los hierros? Acaso fuese la mente. ¿Le cerca todavía el fantasma de su derrota frente al galés Ian Woosnam en el Masters de Augusta de 199l? Quizá un psicólogo o un sofrólogo le serían valiosos. Acudir a su consulta no es un desdoro. Entre otros, la han visitado Langer y Couples. "A fucking psychiatrist". El sarcasmo es de Renwick, no de un desconocido.

¿Qué requiere, mientras tanto, Ballesteros? Paciencia. Ayer no fue capaz de igualar su vuelta anterior: de los 68 (-2) pasó a' los 73 (+ 3) y al + 1 en total. ¿Por qué? "Porque el putter se me ha torcido", contestó. Evidente. Desperdició excesivos putts prometedores. Con todo, replicó a sus seis bogeys con tres birdies y uno de ellos será recordado. Surgió en el hoyo 15, un Par-4. Defectuosos sus dos primeros tiros, se encontraba en la maleza y a 100 metros del agujero. Desde allí atinó. ¿Suerte? La tuvo, pero es innegable que afinó su puntería. Luego, comentó: "Aún pueden ocurrir muchas cosas". En crisis o no, su voluntad persiste.

CLASIFICACIÓN

. Faldo (Inglaterra), 132 (69 y 63) golpes. . Langer (Alemania), 133 (67 y 66). 30. Norrnan (Australia) (66 y 68), Couples (EE UU) (68 y 66) y Pavin (EE UU) (68 y 66), 134. . Senior (Aus.), 135. . Zoeller (EE UU) y Mize (EE UU), 136. . Daly (EE UU), Eis (Suráfrica) y Baker (Ing.), 137. Otros: Ballesteros y Hivero, 141. Piñero, 142. Jiménez, 143. Eliminados: Olazábal (147) y Carriles (149).

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