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El monstruo bueno, el rey piadoso

El lado sanguíneo del aficionado exige a Induráin un apetito voraz, un ansia de victorias que permita el goce continuado, y desprecia su irritante generosidad en la meta. El lado cerebral del especialista encuentra en esa actitud la generosidad incomparable del gran patrón de la carrera. Son lecturas distintas de un mismo hecho. Lo que para una gran mayoría de españoles es racanería impropia en un corredor de su poderío, para otros seguidores del ciclismo es generosidad en la grandeza, sobre todo en aquellos países que carecen de tamaño campeón. Menos mal que deja algo para los demás, dicen. Una rápida encuesta entre los periodistas que cubren el Tour mostró los dos lados de la moneda.Guy Roger, del diario L'Équipe, considera que la actitud de Induráin no debe ser comparada con la de Eddy Merckx, apodado El Caníbal por su sed insaciable de victorias: "Miguel compensa a los que le ayudan en la carrera. Es su forma de ser y de correr, y a mí no me molesta. Él mismo dijo un día que todo el mundo tenía que comer". Su compañero Jean Michel Rouet considera que al navarro sólo le satisface la victoria final, aspecto relevante de su personalidad: "También Hinault regalaba y ofrecía recompensas a sus rivales. Ojalá en Francia pudiéramos disfrutar ahora de un corredor como Miguel".

Anorexia de etapas

El belga Serge Lans, responsable de la revista Champions et Exploits, cree que al líder no le motiva ganar etapas: "Es una cuestión de mentalidad. Merckx miraba cada mañana el recorrido de las etapas para ver dónde podía dejar a sus rivales. Son corredores distintos, incomparables. Induráin siempre tiene la misma cara, parece insensible a todo, al dolor y a la victoria. Su estrategia sólo tiene un objetivo: el triunfo final. Qué más da una victoria más o menos con un palmarés como el suyo. Lo que hace no es criticable".

El italiano Pier Bergonzi, de La Gazzetta dello Sport, ve en Induráin al monstruo bueno de los cuentos que regala golosinas a los niños en lugar de comérselos: "Miguel es demasiado señor. Echávarri nos comentó que ganar el Tour es Dios, y ganar etapas, los santos. ¿Con qué nos quedamos? Miguel es una especie de computadora sin sentimientos. No es justo compararle con Merckx. El es así". Beppe Conti, del rotativo Tuttosport, considera que Induráin necesita el corazón de Chiappucci: "Miguel es el más fuerte, pero nunca se ganará el corazón del gran público. No debe correr así. Si tuviera el corazón de Chiappucci, sería el ciclista perfecto".

El francés Christian Jaurena, del Libération, distingue en el navarro la actitud de un rey generoso: "No es el caníbal, sino Aníbal. Miguel es un rey generoso. Todo el Tour es suyo, pero no le importa regalar alguna de sus posesiones. Además, hace unos años apenas dirigía la carrera. Ahora es el patrón".

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