Siluetas
Un protagonista de Héroe por accidente, la última película de Stephen Frears estrenada en España, reflexiona: "La prensa sólo se ocupa de las personas en un momento muy pequeño de sus vidas". Es una sentencia implacable, turbadora para los que vivimos de eso. Ahí está el cadáver de un hombre. O su gloria. O su fracaso. Hay que escribir sobre ello. Sobre ese instante efímero y breve. No cuenta nada más. ¿Un asesino? Sí, pero fue niño y le acunaron y alguna vez soñó con ser un hombre rico, fuerte y bueno. ¿Un estafador? Tal vez salvó ayer la vida y la hacienda de alguien. ¿Un campeón, un ejemplo? Pero no será moralizante saber qué piensa cuando machaca a los rivales. Escribir sobre siluetas sin densidad ninguna, claveteadas cada día en la mesa de trabajo. Hacerlo rápido y cargados de verdad y de razón: precario oficio.
Un momento muy pequeño de sus vidas... Todo lo que suceda luego o haya sucedido antes presenta un interés muy relativo. El periodista escribe cada día con estruendosa familiaridad sobre perfectos desconocidos. La muerte del sujeto la ha inventado la prensa y no el estructuralismo.
De repente, en Somalia, al atravesar el barrio, alguien enloquece. Alguna de esas siluetas cobra la dimensión del insulto o de la muerte. Acuden al periodista: le recriminan, hablan fuerte y a veces una multitud enfurecida, ayer en Somalia, camina con palos y navajas y pistolas en busca del que retrata o del que escribe. Llegan hasta él y con él acaban. Otro periodista, en cualquier lugar del mundo, escribirá sobre el suceso. Alguien actúa, otro quiere saber algo de eso y un tercero debe explicarlo. Por esa tríada elemental se venderán siempre periódicos. Por esa tríada muere de vez en cuando algún humilde hacedor de siluetas, traído de súbito a la luz en un instante muy pequeño de su vida.
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