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TOUR 93

Echávarri: "No nos ha cogido el toro"

Día de San Fermín y símil taurino. Todo, pues, en orden. "Pío nos ha cogido el toro", sentenció satisfecho Echávarri tras ver superado sin traumas el duro escollo por equipos. Pañuelico al cuello, cronómetro en el pecho y sandalias, por el calor. ¿Y Miguel? "Un Porsche, es el que más ha tirado". ¿Y los demás? "Fantásticos. Ha sido un buen día de San Fermín".

La verdad es que el santo no falló. Protegió a los suyos y se olvidó de los otros. De ahí los rostros de desaliento de Manolo Saiz y Juan Fernández, los directores deportivos del Once y del Clas. No tuvieron suerte. El primero se quedó sin victoria de etapa y sin diferencias de tiempo suficientes como para soñar con Zülle y Breukink. El segundo vio aumentado el mal de ojo que come en su equipo: Rominger perdió tiempo, mucho tiempo.Al guapo Cipollini le sienta bien el amarillo, pero Echávarri no sufre por ello: "Nosotros hemos trabajado en función de los equipos que luchan por ganar el Tour y Cipollini no es una amenaza. Hoy hemos superado una prueba más. Lo nuestro es la regularidad". Zülle, a 1.05 minutos por delante del navarro en la general es el rival mejor clasificado. "La verdad es que hoy no nos ha faltado la suerte", reconoció Echávarri.

"Todos han estado fantásticos, pero Induráin, más", explicó. Como siempre, el director del Banesto tuvo que pedir a su hombre que mantuviera un ritmo acorde con el de sus compañeros, que no los fundiera en los primeros kilómetros, que tuviera compasión de ellos: "Se lo expliqué con un cuento. Le dije que hay días en que el rey ha de bajar al nivel del pueblo, que no puede ser que el pueblo se ponga al nivel del rey. Es como tener un Porsche y decirle que ha de bajar de velocidad. Y lo ha hecho. Ha sido el que más ha tirado, pero en relevos muy largos, de dos kilómetros, sin abusar". Aitor Garmendia, bromista, había ofrecido otra alternativa el día antes, pero fue desechada. "Miguel, tú tiras todos el rato delante, nosotros te seguimos y en el último kilómetros te damos un relevo, ¿vale?". "Vale, pero con la condición de que no os quedéis ninguno", replicó Miguel.

Controlado el apetito insaciable de Induráin, el siguiente cabo por atar fue decidir quién tiraría detrás de él, quién sería capaz de dar los relevos a la mejor locomotora del pelotón. "No fue fácil, porque nadie se quiere poner detrás de Miguel. El que lo hace, acaba fundido", señaló, Echávarri. El elegido fue su hermano, Prudencio. "Pensé que, al menos, tendría compasión de un faniiliar". No la tuvo. Torturado por el esfuerzo de mantener la rueda del líder, Prudencio Induráin se dejó caer, exhausto, a cuatro kilómetros de la meta. Había cumplido de sobra. "A Bernard lo di por desahuciado de entrada, así que le pedí que no diera un solo relevo", concluyó Echávarri.

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