La nueva Conchita afronta su gran reto
Conchita Martínez (6ª cabeza de serie) inicia hoy una nueva etapa en su carrera. Por primera vez llega a las semifinales de un torneo del Grand Slam, después de estrellarse seis veces en los cuartos de final. Su rival, Steffi Graf (Alemania, la), es la número uno mundial, la ha ganado las siete veces que han jugado y suma cuatro títulos de Wimbledon. Todos los datos están en contra de Conchita, pero también lo estaban en 1989 cuando Arantxa ganó a Graf en la final de RolandGarros. "Conchita debe conseguir que el partido sea durísimo" dijo ayer su entrenador, el holandés Eric van Harpen. "No tiene presión, y eso puede llevarla al éxito". Martina Navratilova (EE UU, 2ª) y Jana Novotria (R.Checa, 8ª) disputarán la otra semifinal.
En los diarios londinenses se alaba el juego de Conchita -The Times lo calificó de "artístico"-, pero todos dan por hecho que Steffi Graf ganará el partido. Los datos estadísticos son apabullantes en favor de la alemana. Pero eso no preocupa a Van Harpen: "Conchita está muy contenta y muy feliz. Espero que eso la lleve a jugar muy suelta y a desplegar su mejor tenis. Debe estar satisfecha de lo que ha conseguido, pero conformarse sería ridículo".
Van Harpen acertó plenamente con la estrategia ante Helena Sukova en los cuartos de final. Esta vez no tiene tan claro cómo derrotar a Graf: "Estamos hablando de una campeona. De una jugadora que pierde por 5-3 y 30-40 ante Jennifer Capriati y que es capaz de darle la vuelta al partido". En todo caso, Van Harpen considera que la clave está en tomar la iniciativa: "El primer punto ya debe ser durísimo. Si Conchita deja que Steffi se vaya con un 3-0, poco podrá hacer. Debe subir más a la red que en otros partidos y no darle tanto top-spin (golpear la bola por encima dándole efecto) a sus golpes, sólo en los paralelos o en los palos, y creo que debería buscar mucho el paralelo de revés". Después de tantos detalles, Van Harpen da un último apunte realista: "Tiene que sacar todo lo que tienen dentro. Si está pasiva, se acabó el partido".
El entrenador holandés reconoció que antes del torneo se conformaba con llegar a octavos de final. El éxito ha sorprendido a la propia empresa. Conchita no confiaba en su rendimiento sobre hierba, entre otras cosas porque apenas había jugado (sólo ganó un partido en 1992). Pero, poco a poco, se ha encontrado en las semifinales.
Conchita Martínez es una jugadora de enorme talento. Quizá su gama de golpes sólo pueda ser comparada a la de Steffi Graf o Martina Navratilova, y no precisamente con desventaja. Sin embargo, hasta ahora no había estallado por su escasa devoción por el trabajo físico y por los entrenamientos. La gran diferencia en estos momentos entre Conchita y Graf está más en la velocidad de la alemana y su aceleración del ritmo de los partidos, que pocas pueden soportar.
"Conchita ha cambiado", reconoció ayer Van Harpen, que vive su tercera etapa como entrenador de la aragonesa después de dos rupturas anteriores. "Se siente más jugadora de elite. Está muy cerca de superar a Gabriela Sabatini y de ser la quinta del mundo. El Top-5 [las cinco mejores] es un mundo aparte, y Conchita, con sólo un poco más de trabajo físico, ha sido capaz de llegar ahí. Cada vez somos más profesionales".
Eric van Harpen considera que en este Wimbledon Conchita se ha quitado de encima el síndrome Arantxa: "Ella dice que no le afecta, pero yo creo que sí. Conchita es una mujer que no busca publicidad, pero considero que no debe conformarse con estar en la sombra. Es una persona especial. Es humilde, y a mí me gusta que no vaya de estrella, que no sea arrogante y que hable con todo el mundo. Pero no hay que ser tan humilde como para pasar por la vida sin que nadie te recuerde. En el fondo es muy buena chica. Y sigo convencido de que puede ser la número uno o la número dos del mundo".
El drama de Arantxa
Mientras Conchita preparaba su semifinal, Arantxa Sánchez Vicario protagonizó una situación dramática. En una conferencia de prensa que parecía un velatorio, Arantxa comunicó, llorando a lágrima viva, que quedaba roto su contrato con el brasileño Carlos Kirmayr, su entrenador personal desde el pasado mes de enero. "Voy a leer una carta que he preparado", dijo Arantxa, "porque estoy muy nerviosa y muy afectada".
Mientras iba leyendo el texto, gruesas lágrimas caían por sus mejillas: "Carlos nos sorprendió ayer con la noticia de que, debido a graves problemas personales, debe regresar a Brasil. Los resultados no tienen nada que ver, y es una lástima, porque finalmente había encontrado la persona adecuada para mí". Kir mayr, que estaba a su lado, no quiso explicar de qué problemas se trataba, pero insistió en que "nunca había tenido una relación tan afectuosa con una juga dora".
','No he tocado mi techo"
El gesto serio, adusto, ha acompañado el rostro de Conchita Martínez en muchos partidos. Introvertida, la jugadora aragonesa no se recataba en mostrar su malestar cuando un partido le aburría o cuando las cosas se le torcían. Hay que verla ahora en Wimbledon para saber hasta qué punto han cambiado las cosas. Conchita se pasó los 50 minutos del entrenamiento de ayer sonriendo. Parecía como si la sonrisa se hubiese instalado ahí para no abandonarla en todo el día."Es genial lo que he hecho", decía ayer Conchita. "Vine a Wimbledon dispuesta a jugar con tranquilidad. Y todo me ha ido bien. Estoy tan contenta como cuando gané en Roma en mayo [derrotó a Navratilova, Capriati y Sabatinil, pero aún espero más". Conchita reconoció que su forma de afrontar el tenis ha cambiado: "Ahora tengo más claro que esto es algo que dura unos pocos años y que hay que aprovecharlo. El tenis es muy duro y no es fácil. Hay que viajar mucho y apenas se tiene tiempo libre".
Discurso cambiado
Su discurso ha cambiado. Por ejemplo, de labios de Conchita no se oían antes cosas como las que dijo ayer: "No he tocado mi techo. Todavía puedo jugar mucho mejor. Aún no he llegado a mi 100% de rendimiento. Y no es algo que lo diga sólo yo, lo dicen muchos expertos". No es una cuestión meramente deportiva. En Conchita brilla un estado de ánimo distinto: "Ahora me siento feliz conmigo misma, por eso me divierto tanto en este torneo. Necesito estar contenta con mi tenis. Cuando no lo estoy, sufro mucho".
El partido de hoy lo va a asumir con tranquilidad: "Es la primera vez que juego en la pista central, y ante Steffi Graf. Lo primero que quiero conseguir es no ponerme nerviosa. Ella es muy fuerte y va a ser muy difícil, pero voy a dar lo máximo de mí misma".
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