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VISITA DEL PAPA

La despedida de la tuna

Juan Pablo II fue despedido a ritmo de tuna. Tristes y solos estaban los tunos congregados a escasos metros del Boeing-727 de Iberia Castilla la Vieja, que traladó al Pontífice a Roma. Así lo cantaban cuando el Papa, acompañado por el rey Juan Carlos, se dirigía a la escalerilla del aparato tras pasar revista a la formación del Ejército del Aire que le rindió honores. Fonseca o la Universidad, como dice la canción, era España, que en el simbolismo utilizado por los tunos quedaba triste y sola por la partida de Juan Pablo II.El obispo de Roma, al oír el fervor, volvió sobre sus pasos y, rompiendo nuevamente el protocolo, se acercó a los jóvenes, para saludarles. Luego, volvió hacia el Pabellón de Estado de Barajas, recorriendo los aproximadamente 200 metros de alfombra roja desplegada sobre la pista para saludar a las 1.200 personas allí congregadas.

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La ceremonia de despedida había comenzado sobre las 10.15, con el saludo del Papa -que salió a la pista en compañía del Rey y de la Reina- al presidente del Gobierno en funciones, Felipe González, y a los ministros de Asuntos Exteriores, Javier Solana, y de Justicia, Tomás Quadra-Salcedo. Entre las autoridades estaban los presidentes del Congreso, Félix Pons; Senado, Juan José Laborda; Tribunal Constitucional, Manuel Rodríguez Piñeiro, o del Consejo General del Poder Judicial, Pascual Sala.

Juan Pablo II saludó posteriormente a los miembros de su séquito, encabezado por el secretario de Estado del Vaticano, Angelo Sodano, y en el que se encontraban, entre otros prelados, los cardenales Eduardo Martínez Somalo y José María Javierre, y el presidente y secretario general de la Conferencia Episcopal, Elías Yanes y José Sánchez, respectivamente.

La lectura de los discursos -el Rey deseó al Papa que continúe "sin desmayo" su acción en "pro de la justicia y la paz en el mundo"- estuvo precedida por la interpretación del himno de España y de la Santa Sede mientras se disparaban las 21 salvas de honor que estipula el protocolo para un jefe de Estado.

Tras esta ceremonia, el Juan Pablo II subió a bordo del Castilla la Vieja poco antes de las once de la mañana. El aparato comenzó a rodar unos 10 minutos después y despegó sobre las once y cuarto.

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