Chiappucci se fotocopia con nuevos ataques estériles
"No me queda más remedio que intentarlo todo". Claudio Chiappucci (Carrera) soltó ayer este comentario, pero lo podía haber dicho el día anterior. O hace un año. Refleja la situación de un Giro, incluso de todo el ciclismo mundial, que continúa comportándose como una fotocopia de sí mismo: el hombre más combativo no ceja de hacer cosquillas al más seguro, Miguel Induráin (Banesto).Ayer, también, aunque el terreno no lo permitiera. Hubo llegada masiva y victoria al sprint de Fabio Baldato (GB-MG), que también repite triunfo en esta edición de la carrera italiana.
El misterio Bugno sigue consumiendo energías, tantas como las del propio campeón del mundo, que, triste, se declara "agotado". Día tras día, sea el tipo de etapa que sea, Gianni Bugno pierde tiempo. Su figura, elegante pero patética, comienza a dar pena. En su interior luchan dos sentimientos, ambos guiados por el orgullo: dejarlo todo para no hacer el ridículo más, o continuar, demostrando que un campeón nunca abandona."Quizás nos hayamos equivocado todos y Bugno no sea tan bueno como parecía", dice, casi despectivo, su director, Gianluigi Stanga. "Gianni debería olvidarse de las grandes vueltas y dedicarse a las clásicas de un día", aconseja el Caníbal, Eddy Merckx. Otros, como su médico, Francesco Conconi, le dicen que cambie de equipo, que vaya a un conjunto donde se encuentre con "alguien que sepa lo que piensa un ciclista". Y Bugno aparece rendido: "Necesito calma, tranquilidad. Ahora no pienso en nada. No es el mejor momento para hablar del futuro. No sé nada. Sólo pienso en recuperar fuerzas para las etapas finales, en prepararme para el Tour, para las próximas carreras. No sé nada. Estoy cansado".
La raíz de sus males se encuentra en el minuto previo a la salida de la contrarreloj de Senigallia. Entonces, empezó a sudar de una manera desmedida. "Desde entonces estoy siempre cansado", cuenta. Por ejemplo, ayer relataba que el motor no le funcionaba: "Es una fatiga tremenda. Llego a las 140 pulsaciones y no puedo más".
"No es cuestión de motor , rebate Conconi, "sino de depósito. Está vacío". El catedrático de Ferrara apela a la tensión nerviosa para explicarlo: "Su motor quema más carburante del necesario para producir energía y, debido a los nervios que le consumen, necesita más gasolina aún para mover las piernas. Así, ha llegado al agotamiento. Un agravamiento más: no siente apetito, y si no se alimenta no se puede recuperar. Aquí, todo su problema es de resistencia", repite.
Induráin también se repite, no sólo sobre la bicicleta. "Bueno ... estoy tranquilo. Me recupero muy bien del esfuerzo, día tras día, y todo va bien. Ya sé que Chiappucci me va a atacar y estoy preparado". Lo podía haber dicho hace una semana, hace un año, o mañana.
El de Villaba ni siquiera necesitó ayer hacer trabajar a su equipo. Fue llevado en volandas por los conjuntos de velocistas y por el propio Chiappucci, que parece su más fiel protector. "Es la única rueda que nos interesa, la de El Diablo", vuelve a repetir José Miguel Echávarri, director del Banesto. Aunque Piotr Ugrumov (Mecair) sigue ahí, siempre con los mejores. Pero ni su mismo director, Emanuele Bombini, cree en sus posibilidades.
Franco Chioccioli (GB-MG) también se repite. El ganador del Giro de 1991, ya descabalgado en la general, necesita ganar una etapa. De la forma que sea. Ayer lo intentó a lo Mottet o Ekimov, saltando bajo el triángulo rojo que marca el último kilómetro. Pero funcionó un dicho que es ley en el ciclismo: al enemigo que se cree muerto no hay que darle ni la más mínima oportunidad de resucitar.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.