El CDS apela a los siete millones de votantes de UCD

Una discoteca situada a espaldas de la Plaza Mayor de Madrid fue el lugar elegido por el CDS para despedir su campaña, la más modesta de los seis partidos con grupo parlamentario propio. El último mitin de los herederos del centrismo fue, precisamente, una apelación a reinvindicar su legitimidad para ocupar ese espacio que se disputan la derecha y la izquierda. . Calvo Ortega llamó a los siete millones de votantes de UCD para que les den el voto, "si quieren. Saben que quienes hoy elogian al centro por traer la libertad, entre otras conquistas, fueron quienes nos machacaron", dijo en su despedida.Los tres oradores -Ana Canto, José Luis Gómez Calcerrada y Rafael Calvo Ortega- denostaron al PSOE y al PP por sus intentos de "ahogar la voz del CDS". Calvo Ortega afirmó que, mientras la propaganda de los grandes medios de comunicación potencia el bipartidismo, la historia de España sabe que fue un "auténtico desastre para el país".

Su discurso en este y otros mítines ha sido bitemático: la usurpación de los dos grandes debates en televisión por los dos partidos mayoritarios y el pernicioso efecto que sobre la democracia tiene la concentración de la representación política en el PSOE y el PP. Para Calvo Ortega, la hegemonía del bipartidismo obstaculiza el desarrollo de la democracia, en la medida en qué impide las comisiones de investigación y lamina la competencia política. "España es el único país europeo que se apoya en el bipartidismo. Lo que se reclama para otros ámbitos, ¿porqué se niega en el político?", se preguntó el presidente del CDS.

Este bipartidismo es el causante, según Calvo Ortega, de la gran "vergüenza de esta campaña, la más dura y larga de la democracia". Una campaña de ocho meses de ensayo de bipartidismo en la que se ha "insultado, injuriado, calumniado y descalificado", pero en la que no se han "debatido las soluciones a los dos grandes problemas que acosan a la sociedad española: el paro y la corrupción". El presidente centrista dijo que ni González ni Aznar se habían atrevido a intervenir en un debate a seis porque estos temas iban a salir a relucir. Los centristas mostraron su compromiso de seguir en la brecha "pase lo que pase el día 6".