Dos hermanos polacos logran pasar a más de 500 compatriotas en dos años
La Brigada de Documentación de Madrid celebra estos días la conclusión de dos trabajos bien hechos. En el primero de ellos los agentes detuvieron a dos hermanos polacos que introdujeron en España durante los dos últimos años a más de 500 compatriotas cobrándoles unas 60.000 pesetas por cabeza. En la segunda operación apresaron a cuatro personas que falsificaron cientos de pasaportes. Una de sus especialidades consistía en conferirle nacionalidad dominicana a los chinos sin residencia legal en España que contraían problemas con la justicia.
Muchos ciudadanos de origen oriental, como el propio presidente de Perú, Alberto Fujimori, viven en el continente suramericano. Por eso resultaba creíble que un chino presentase nacionalidad dominicana en su documentación. La perfección con que la trama mafiosa de hispanos falsificaba los pasaportes volvió más dificultosa la investigación de los agentes. Cuando los chinos afincados en Madrid de forma ilegal se veían envueltos en problemas con la justicia acudían a esta organización.Los agentes españoles, quienes reconocen sufrir verdaderos apuros para diferenciar los nombres y edades de los chinos, andan desde hace varios meses tras la pista de una mafia que puede suplantar las identidades de los chinos muertos para traficar con sus documentos. Una de las razones que induce a los agentes a pensar de este modo es que desde 1988 sólo se ha enterrado en Madrid a ocho chinos de los 3.000 que habitan en la ciudad (véase EL PAÍS del 1 de junio).
Más especialidades
La suplantación de la nacionalidad china era solamente una de las numerosas actividades del grupo de dominicanos descubierto por la Brigada de Documentación. La banda se dedicaba también a introducir hispanoamericanos a través del aeropuerto de Madrid, a procurarles un trabajo en España de forma temporal y a formalizar su emigración posterior a Estados Unidos. Ayer por la mañana la policía recopilaba y organizaba aún todo el material que portaba la banda, en la cual actuaban algunos españoles.
Fuentes policiales indicaron que la investigación de la trama dominicana continúa, mientras que la de los delincuentes polacos concluyó el martes. La policía sorprendió ese día a Dariusz, de 29 años, y su hermana Marzena, de 31, en el barrio de Canillejas cuando trasportaban hacia Móstoles a cinco polacas en una furgoneta con detector de frecuencias y radiotrasmisor.
En Móstoles, los delincuentes alojaban a los inmigrantes en la calle de Chile, 7. Vecinos de esta casa confirmaron que los ciudadanos polacos normalmente permanecían una semana en la vivienda, informa Luis Fernando Durán.
Los dos hermanos operaban siempre de la misma forma: viajaban a Polonia, captaban personas entre los estratos más humildes y les ofrecían trabajo en la construcción a los hombres y puestos como empleadas de hogar a las mujeres. Como constraprestación debían, pagarles 400 o 500 dólares americanos: 100 de entrada para gastos de viaje y el resto a plazos una vez en España.
Los pasaportes incautados por la policía, donde no aparecían sellos de entrada ni salida, indican que los hermanos atravesaban de forma clandestina todas las fronteras.
Los agentes intervinieron a Dariusz un anuario con anotaciones sobre fechas y cobros. Esos datos, unidos a los kilómetros recorridos por el vehículo, hicieron pensar que los hermanos pudieron introducir en España a unas 500 personas en unos 60 viajes. La cifra de 500 no es desdeñable si se tiene en cuenta que la Embajada polaca cree que en España viven unos 6.000 compatriotas con permiso legal. El Ministerio del Interior mantiene que sólo son 3.000, los legales. Los agentes encuentran muchas dificultades para desenmarañar las organizaciones de tráfico ilegal de ciudadanos del este europeo porque no disponen de todos los intérpretes que quisieran.
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