Candidata atómica
Me habían advertido de que los mítines de Herri Batasuna son como la ceremonia de una secta, con sus cantos, sus oratorios, su momento de la consagración -cuando salen un par de encapuchados con pancarta-, su sermón permanente, su derrame de jaculatorias y su pase de cepillo. Y así fue. Me habían avisado de que el espectáculo resultaría más pobretón que nunca, porque están de capa caída y tienen que ver cómo sus cachorros, los "chicos de sangre caliente" de Jarrai, realizan la parte más agresiva de su campaña empapelando las paredes con carteles en los que llaman asesinos a tres periodistas que no les sacan lo bastante en los telediarios.En el velódromo de Anoeta, todo lo previsto se confirmó. La maestra de ceremonias anunció a un trío musical y a bertsolaris que improvisaban versos alusivos, y que aliviaron mucho la digestión de los heroicos militantes reunidos en el recinto después de comer. Entre copla y copla y vivas del público a ETA Militar, a los presos y la gloriosa causa, fueron pasando los oradores, que atacaron a todos los demás y especialmente al consejero vasco de Interior, Atutxa. Coincidiendo con la recogida de fondos que se desarrollaba entre la parroquia, que soltaba monedas en bolsas rojas, faltaría más, el que hablaba dijo que, con lo que sobrara, le iban a comprar un bozal al consejero. Fue muy celebrado.
Ya digo que las previsiones se cumplieron. Pero yo no estaba preparada para la aparición de la candidata que va en cuarto lugar en la lista de Álava por HB, una anciana idéntica a la Rose de las Chicas de oro, que se presenta en sustitución de su hijo, que está preso. La dama se plantó frente al micro, empezó a hablar y ahí se acabó el símil. Más bien parecía la jefa de la banda en una película de Roger Corman. "Estos otros sólo quieren los puestos buenos, y el que se muere, que se muera. Habría que meterlos a todos en un tren y volarlo". "Hay que seguir luchando, aunque nosotros no tenemos las pistolas que tienen ellos". "Cae un policía y salen 200, como rátas venenosas".
"¡Tiro en la cabeza!", aullaba el público, justo en la nuca de los periodistas. Entusiasmada, mamá sangrienta dijo: "Ya sé que cada vez somos menos, porque nos las están dando por un lado y por el otro". En ese momento la retiraron amablemente del escenario, por no controlar esfinteres. Entró Jon Idígoras, que cerró la misa después de declarar: "Estamos creando una alternativa de izquierdas". Fin, y muchísimo agur.
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