El PP coquetea con el 'cinturón rojo'

En la campaña autonómica de 1987, Antonio Hernández Mancha, entonces líder de Alianza Popular, recorrió a la carrera las ciudades dormitorio del sur de Madrid, donde reside casi un millón de habitantes. Paraba en un pueblo, se subía a una caja (le cervezas sin distanciarse del autobús electoral y saludaba con un megáfono a un puñado de simpatizantes a los que agradecía su difícil supervivencia en medio del llamado cinturón rojo. Allí, el PSOE triplicaba en votos a Alianza Popular. La predecesora del PP prefirió entonces ganar terreno en la capital, donde las fuerzas estaban más niveladas, a desgastarse en una zona vetada a la derecha.Seis años después, con la capital ya conquistada, el cinturón rojo es un compromiso ineludible en las agendas de los líderes del PP. Leganés (172.000 vecinos), donde el PSOE obtiene su mayor cosecha de votos de la región, ha visto ya dos veces en esta campaña a José María Aznar, el candidato del PP a presidente. Días antes, Rodrigo Rato, número dos de la lista madrileña, hizo su presentación en pantalón corto participando en una carrera popular.
El PP ha entrado en el coto particular de la izquierda. Incluso entre sus perspectivas figura la de ganar, por primera vez, en Móstoles (190.000 habitantes). Este municipio, como la mayoría de los de la zona, creció descontroladamente con el aluvión de los años setenta y dedica su fiesta local a recordar el día en que llegó el agua, hace poco más de un decenio. La victoria de la derecha allí sería insólita, perono sorprendente. La corona metropolitana está perdiendo la conciencia de ser una sociedad obrera, opina el presidente regional, Joaquín Leguina. "Allí hay un bolsón sociológico que la derecha puede macerar", dice.
"Temo que pueda ganar la derecha en algún municipio del sur", confiesa Luis Cabo, uno de los responsables de la campaña madrileña de IU. "El CDS creció mucho en las anteriores elecciones y ese voto es ahora una incógnita", comenta. Además, en algunas de estas localidades, PSOE e IU serán incapaces de contener el avance de la derecha después de haber desgastado su credibilidad política en luchas internas.
Juan Carlos Vera, número seis del PP por Madrid, se niega a denominar a este frente electoral como el cinturón rojo. "Yo lo considero el cinturón industrial y somos conscientes de nuestras carencias en esta parte; por eso se está haciendo un gran esfuerzo", comenta Vera. Uno de cada cuatro puestos de trabajo de las fábricas madrileñas se asienta en esta zona.
Sin embargo, los estrategas del PP calculan que el esperado ascenso en el cinturón (unos 20.000 votos nuevos) no aportará siquiera un diputado, que en Madrid cuesta unos 70.000 sufragios, a no ser que el PSOE se estrelle. "Tan importante es ganar votos, como que el PSOE los pierda", comentan los técnicos.
En la batalla del sur, el objetivo del PP es desinflar el colchón que compensa a los socialistas de los sufragios que pierden en la capital, donde se vota mayoritariamente a la derecha desde 1989. En las elecciones municipales de 1991, ocho distritos tradicionalmente socialistas le dieron la espalda al PSOE, muy castigado por la abstención más alta de la década y los cambios sociológicos. Barrios populares como Hortaleza, Fuencarral o Moratalaz se han repoblado con viviendas de 40 millones de pesetas.
En aquellos comicios, el PSOE sólo logró amarrar siete de los 21 distritos de la capital. Sus dominios quedaron constreñidos a los barrios periféricos del sur y del este de la ciudad, los más afectados por el paro. Esa bofetada electoral y el coqueteo del PP con el sur metropolitano ha llevado al PSOE a duplicar su estrategia electoral. Ahora trabaja en dos frentes: recuperar parte del terreno perdido en la capital e impedir la invasión de la derecha en la corona metropolitana.
Estrategia etnográfica
"Debemos ser capaces de combatir la abstención e inclinar el voto de los indecisos en los distritos que perdimos por los pelos en 1991", explican en el comité de campaña del PSOE. Para la zona sur, preparan la estrategia etnográfica. Juan Carlos Rodríguez Ibarra, presidente de Extremadura, y José Bono, de Castilla-La Mancha, estarán en actos en estas localidades colonizadas mayoritariamente por inmigrantes de estas comunidades.
El que no acudirá al sur, pese a ser una de las prioridades de su coalición, es Julio Anguita. El número uno en la lista madrileña de IU pasó el viernes por las Vistillas, una de las plazas más castizas de la capital, y cerrará la campaña en la plaza Mayor. Todo, pues, en el distrito Centro, un baluarte de la derecha donde, no obstante, IU casi cuadriplicó sus electores en las últimas generales. En toda la región, la coalición duplicó sus resultados de 1986.
Para seguir incrementando aquellas cifras, Izquierda Unida confía también en el cinturón industrial. Allí debe captar, calcula Luis Cabo, el 20% de los votos y llegar al 25% en los municipios como Fuenlabrada (141.000 habitantes), Coslada (73.000), Parla (70.000) o San Fernando de Henares (24.000), donde ahora son la segunda fuerza.
Madrid elige 34 diputados, uno más que en las últimas elecciones en las que el PP y el PSOE enviaron el mismo número al Congreso -doce- Ambas fuerzas, junto a Izquierda Unida, que en 1989 obtuvo cinco parlamentarios, pugnan por ese escaño extra y por los cuatro que estaban en posesión del CDS. Ninguno de ellos confía en que los electores inviten a otro partido más al festín. "Mucho tendrían que cambiar las cosas para que el CDS o Los Verdes sacaran algo", comenta Leguina.
La carrera hacia el Senado repite duelo: el ex alcalde socialista Juan Barranco contra el portavoz del PP en el parlamento madrileño, Alberto Ruiz Gallardón. Barranco lleva cuatro años presumiendo de haber sido el senador más votado de España (949.110 sufragios en 1989), aunque sólo obtuvo 3.031 papeletas más que Ruiz Gallardón. Además, el PP se quedó con los dos senadores restantes. Ahora, el que gane podría ser proclamado el senador del millón (de votos).
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