.El duelo
Tantos mítines, banderolas, vallas, lemas y anagramas y, al cabo, parece que el mejor. tratamiento para indecisos o indolentes vaya, a ser el debate de esta noche. Hora y media gratis en la televisión. Buen remedio para ahorrar gastos electorales y librar a los partidos de las cargas que les abocan a la corrupción. Si lo definitivo es elegir entre uno y otro candidato, lo consecuente sería, una vez que la agrupación ha designado a su representante, prepararlo concienzudamente para el enfrentamiento. Pero parece que no es del todo así, y se entiende mal que, otorgando tanta Importancia a la contienda de esta noche, los rivales hayan seguido viajando de aquí para allá y fatigándose ante pequeñas concurrencias de última hora. Ni la selección sub 21, ante un encuentro, se habría comportado con semejante descuido. Una de dos: o los líderes siguen una vieja inercia localista o se resisten todavía a aceptar que la política ha sido absorbida por el espectáculo, y más exactamente por el espectáculo deportivo. Los cinco o seis millones de espectadores que espera convocar Antena 3 desbordan todos los cómputos de comparecencias políticas anteriores, privadas del conveniente excitante deportivo. No es la política a secas lo que enardece al público, sino la traducción de la política al ámbito del campeonato. De ahí que la cadena privada, instruida en el tratamiento de los derbies, haya dispuesto hasta 15 cámaras, desde la entrada hasta el plató, para trasmitir la tensión del choque. Y de ahí, también, que la prensa de información general se haya comportado -como el Marca: ocho kilos ha adelgazado Aznar, 40 años, desayuna zumo de naranja, bebe vino vallisoletano, mide 1,70 metros. Felipe, 51 años, fuma cigarrillos americanos, pierde dos kilos en cada mitin come almendras. talla de 1,81 metros. Cada cual dispone de preparadores aptos para prestar su asistencia en los minutos de descanso que dividirán el encuentro. Hay tácticas, terreno neutral, reglas de juego, jugadas ensayadas, árbitro, resultado. Durante el día de hoy estarán concentrados en sus sedes, se entrenarán con sparring.
Nada, ni siquiera una huelga general, y menos aún una sesión extraordinaria en el Congreso, deja tan vacías las ciudades como la selección nacional de fútbol disputando una final. Gran parte de los millones de telespectadores atraídos por un suceso de ese género distan de ser aficionados. Simplemente se trasmutan en político-patriotas excitados por el efecto de la competición a dos. Factores de parecida índole se congregan en el horizonte de esta noche preparada para el combate dual. "Pelea entre líderes", "Duelo en las alturas", "Se juegan el título"... Cualquier enunciado deportivo convendría para este primer choque televisado del siglo.
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