"IU no puede aparecer como una fuerza que nunca pactará"
Los electores de IU deben saber que su voto influirá en cambiar la política de gobierno, afirma el número dos de Izquierda Unida en Madrid. Según López Garrido, para que IU sea una fuerza con la que contar, debe plantear alternativas de posible colaboración.
Diego López Garrido, catedrático de Derecho Constitucional de 45 años, va a llegar al Congreso casi de rebote. Su imprevista inclusión en las listas de Izquierda Unida por Madrid como número dos derivó de la renuncia a continuar de Nicolás Sartorius, Cristina Almeida y Pablo Castellano, dirigentes como él de la corriente renovadora Nueva Izquierda.
Pregunta. En la presentación de la candidatura madrileña de Izquierda Unida usted calificó de "dato lesivo para IU" la ausencia de las listas de Sartorius, Castellano y Almeida. ¿Piensa que ello puede afectar negativamente al voto a IU?
Respuesta. Entra dentro de las posibilidades que afecte. Pero nuestra preocupación es que afecte lo menos posible.
P. ¿Hubo resistencias en Nueva Izquierda a aceptar las tres renuncias?
R. Evidentemente no gustó a nadie, pero se entendió que esa era la única posibilidad que había de salir dignamente del problema. Y además se pensó que era lo mejor incluso para Izquierda Unida, dadas las circunstancias que concurrieron.
P. ¿Teme que tras los comicios vuelvan las tensiones entre mayoría y renovadores?
R. La renuncia es un hecho del pasado, zanjado. No es algo que tenga que estar ahí coleando. El daño mayor o menor se ha hecho y se acabó el asunto. Las tensiones que puedan surgir después de las elecciones serán no por eso, sino por las tensiones lógicas en una formación política en donde hay corrientes diversas y posiciones frente a los problemas que no son iguales. De lo que se trata es de que se puedan sintetizar esas ideas y dar un discurso político coherente. En la medida en que no se logren sintetizar, y ahí desde luego la responsabilidad máxima la tiene quien dirige una organización, en esa medida habrá más tensiones.
P. Con la precampaña en marcha, Nueva Izquierda celebró una reunión en la que aseguró que iba a trabajar por un cambio en la mayoría de IU.
R. La campaña electoral no interrumpe la vida de una organización. Queremos trabajar porque nuestras ideas sobre lo que debe ser Izquierda Unida logren cada vez mayor apoyo. Eso es una cosa lógica y se dijo desde el momento en que surgió Nueva Izquierda. Por supuesto que aspiramos a representar la mayoría en Izquierda Unida, pero no en un sentido de lucha, sino con otra lógica de consenso. En Izquierda Unida tiene que predominar el consenso, no la aritmética. Uno de los problemas de la renuncia de estas tres personas a ir en las listas es porque triunfó la aritmética sobre el consenso.
P. Usted, y Nueva Izquierda en general, hablan de la influencia que IU y sus votos deben tener en la política de gobierno, aunque sin citar la palabra pactos. Es un punto en el que están lejos de las tesis de la mayoría.
R. Las tesis que defiende la llamada mayoría, y que se supone expresaría Julio Anguita, tampoco han sido muy claramente expresadas. Yo no he oído que haya dicho Anguita "nunca en ningún caso pactaremos". Eso no se ha dicho. Pero tampoco creo que se deba decir lo contrario: 'siempre en cualquier caso pactaremos'. Habrá un planteamiento de posible pacto, de posible, colaboración en una hipotética área de gobierno siempre que pueda uno llegar a acuerdos dentro de los márgenes de otra política. En el seno de una nueva política cabría una colaboración. Yo creo que el mensaje que hay que dar al elector es que el voto a Izquierda Unida tiene validez, en el sentido de que va a ser un voto influyente en un Parlamento sin mayorías absolutas. Que no vamos a coger el voto de la gente y lo vamos a guardar en un armario y a esperar cuatro años, sino que ese voto va a ponerse a trabajar, va a poder influir en la política, para que ésta gire. Evidentemente que el voto de una formación, si quiere influir para que la política gire a la izquierda, es siempre que esa formación de alguna forma se comprometa con un programa de gobierno o en una línea determinada. Yo creo que Izquierda Unida no puede aparecer como una fuerza política que nunca pactará con nadie. Eso no tiene sentido. Para que Izquierda Unida sea una fuerza con la que hay que contar tiene que plantear alternativas de posible colaboración, pero no en cualquier circunstancia.
P. ¿Cuál es su opinión sobre las acusaciones que Anguita hizo a EL PAÍS?
R. Como no estuve en la mesa de la comida, todas las impresiones que puedo dar son subjetivas, sensaciones, un concepto que se ha utilizado en esa polémica. Prefiero no hablar de impresiones o sensaciones.
P. Usted se quejó de haber sido postergado en los dos mítines que Anguita dio en Madrid durante la precampaña.
R. No, yo no me quejé. Lo único que dije es que no se me había invitado. Y no se me había invitado. Cosa que comenté con Anguita el otro día y le dije que quien le había dicho que me había invitado pues que es mentira.
P. ¿Cuál va ser su principal mensaje en sus mítines?
R. Creo que el mensaje que hay que transmitir es el valor que tiene el voto a Izquierda Unida en este momento en que estamos sepultados bajo el bipartidismo galopante. Objetivamente, Izquierda Unida va a ser más importante que nunca porque puede condicionar la política más que nunca. Es un mensaje en que hay que hacer hincapié. La gente se juega mucho en estas elecciones y cuando va a votar lo hace con la esperanza de que su voto sirva. Se está jugando mucho, porque se está jugando la salida de la crisis económica, si es que hay. Hay que llevar a la gente el ánimo de que el voto a IU va a influir en cómo se hagan las cosas a partir del 6 de junio.
P. Es usted catedrático de Derecho Constitucional y directivo de la Asociación pro Derechos Humanos. ¿Le gustaría hablar de seguridad ciudadana con el número dos de la candidatura madrileña del PSOE?
R. ¿Con Garzón? Me encantaría. Sé que se ha intentado un debate y no sé por qué razón no se ha conseguido finalmente. Me encantaría hablar de libertades con él.
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