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Entrevista:

"Los empresarios pueden ganar 10 a 0"

"Nunca hemos oído hablar a González de corrupción, droga, impuestos..."

Texto:Rodrigo Rato, 44 años, portavoz del Partido Popular en el Congreso, ha llevado el peso de los debates económicos en la precampaña. Satisfecho por su victoria sobre el ministro de Economía y Hacienda, Carlos Solchaga, en uno de los grandes duelos televisivos, Rato jugará un papel relevante en el futuro Gobierno si triunfa su partido. Amigo personal de José María Aznar, Rato podría ser el futuro vicepresidente.

P. En un contexto de lucha codo a codo, el debate en televisión entre Aznar y González previsto para mañana parece ser decisivo, ¿cuál es su escenario?

R. El señor en su casa, que escuchaba la propaganda gubernamental, creía que venía una gente desmelenada que no tenía idea de qué se discutía. Las encuestas dicen que muchos de los debates los hemos ganado de calle. Y esto es lo importante del debate de mañana lunes. Yo he visto debatir a Felipe González con José María Aznar en el Congreso desde 1989. Los últimos dos debates los ha ganado Aznar. ¿Qué pasará? Será un debate para repasar todas las cuestiones básicas importantes de los últimos cuatro años 37 las debilidades del Gobierno en ellas. Aznar no está velando las armas en una catedral para enfrentar al monstruo González que se come los niños crudos. A González ya le conocemos. Sabemos de lo que sabe y de lo que no sabe, seguramente del mismo modo que el conoce lo nuestro.

P. ¿Cuáles son sus puntos fuertes, cuáles los débiles?.

R. González tiene un dominio bueno de la política europea, se mueve cómodamente, se sabe razonablemente los conceptos macroeconómicos, y desconoce de forma notable algunas políticas concretas, como es el caso de la tributaria y presupuestaria, como también la política económica sectorial. Aznar es más fuerte en estos campos. Pero quiero llamar la atención sobre un punto central, que ya no tiene que ver con el conocimiento o la ignorancia en términos generales: González tiene que explicar algunas cuestiones políticas de primera magnitud. Y aquí lo que queremos conocer es lo que sabe, no lo que ignora. Hay temas en los que nunca hemos oído hablar a González como es el tema de la corrupción, de la droga, los impuestos. Y saldrán otros, naturalmente. Nos dirá que nuestras cifras no cuadran y esas cosas que dice. Es muy bueno que haya este debate. Se verá la realidad de las cosas. Mi opinión es que González es un líder con un valor teórico que no responde a su valor contable, es decir, el que surge de la realidad de su balance.

P. Señor Rato, para hablar de ese balance, ¿por qué la población asalariada, que ha mantenido sus ingresos en estos años, ha de votar al PP?

R. La gente está preocupada en estos momentos por lo que viene. Porque teme que todo vaya a peor. Tiene desconfianza respecto a los que han gobernado, y quiere saber en qué manos va a poner su futuro. Por otra parte, el mantenimiento de los ingresos, el descontrol de los salarios, se ha hecho con un coste: la existencia de 3,3 millones de parados.

P. Bien. La población ocupada vota, como usted dice, a favor del PP y los parados también. ¿Augura acaso un movimiento policlasista con cierto parecido al que capitalizó el PSOE en 1982?

R. Yo creo que eso es lo que va a ocurrir y si no fuera por Televisión Española, que es el único medio de información que llega a muchas regiones de España, este proceso sería más evidente. Felipe González se ha dado cuenta de este proceso y, por eso, quiere volver a dirigir el cambio. Hace pocos días, ha declarado algo sorprendente. Dice: "El 80% de lo que, se decida en el próximo Gobierno lo decidiré yo". González trata de vender a la opinión pública que él va a ser distinto y que el PSOE será otra cosa. Yo creo que no va a cambiar, que es muy mayorcito, y que el PSOE tampoco va a ser diferente. El dilema de esta elección es imparable. Los ciudadanos decidirán entre dos alternativas: las cosas deben seguir como hasta ahora porque han estado razonablemente bien llevadas o hay que cambiar. González quiere protagonizar el cambio del cambio aún si para ello necesita sacrificar la imagen de su partido.

P. El banco que organizó la reunión de Aznar con inversores en Londres dice: "Dado que el PP suscribe ampliamente la ortodoxia económica perseguida por los socialistas, es la fuerza del voto de protesta contra el Gobierno antes que la originalidad de las propuestas de la oposición lo que determinará el desenlace". ¿Les molesta esta descripción?

R. Es el análisis oficial de la economía española. Cuando se escriba la historia de estos últimos años, se conozca ampliamente la realidad de las cifras de los años 1987 a 1993, esa supuesta ortodoxia se pondrá en su sitio. Se esperaba que el socialismo español fuese peor que el de Pierre Mauroy en Francia. Y al ser identificado primero con Miguel Boyer y al capitalizar, después, la expansión económica internacional, mucha gente se lo tragó. Lo único ortodoxo han sido las declaraciones, han sido ortodoxos los objetivos, querer bajar la inflación, reducir el déficit público.

P. A veces parece que aún se lamentan ustedes por el llamado "robo" del programa perpetrado por el PSOE.

R.En 1984 y 1985 hay momentos en que el Gobierno ve la necesidad de compatibilizar su política macroeconómica con reformas estructurales, pero abandona rápidamente la idea. Hay un momento, desde la llegada de los socialistas al poder, en que no se trata de que nos roben el programa. Sucede que sí nos roban. Yo creo que hay una gran parte de la sociedad que ve grandes posibilidades de hacer negocios con los socialistas. Se advierte que en algunas de sus prácticas, los socialistas iban a ser extraordinariamente pragmáticos. Esta, que es una sociedad muy vieja, y que ya ha visto a muchos triunfadores se dio cuenta de las debilidades de estos nuevos triunfadores nada más verlos aparecer por la puerta. A esto se une, como dije, el rechazo a las propuestas de izquierda más radicales, y el boom a partir de 1986. As¡ se hicieron muy populares los socialistas con algunas capas tradicionales del capitalismo.

P. Usted habla de "declaraciones" socialistas de ortodoxia y de una realidad diferente. ¿Cómo compaginarían ustedes el mundo de las palabras ortodoxas con hechos, cómo la reducción del déficit y la reforma del mercado de trabajo?

R. Las virtudes de ese discurso ortodoxo han sido quemadas porque nunca se han cumplido. Ha habido un abuso de una dialéctica. Pero a fuerza de hablar tanto, en España existe un consenso teórico sobre cuestiones económicas que no me parece mal. Nosotros sí podemos compaginar ese consenso con el resto de nuestro programa. Los socialistas no pudieron hacerlo. Esta sociedad no es demasiado sensible a temas como la inflación y el déficit. Por tanto, tendrá que haber una evolución positiva hacia una sociedad menos inflacionista.

P. ¿Diría usted que existe conciencia sobre el déficit público?

R. No. Tampoco creo que la haya en otros países. Pero sí hay ahora una idea clara del despilfarro. He estado el jueves pasado en una factoría de La Seda, en Alcalá de Henares, una empresa en crisis. Una persona del comité, formado por gente de izquierda, se escandalizaba por el Plan de Empleo Rural en Andalucía y decía que en España ya no se enseñaba a nadie a trabajar. El año 1992 ha sido una lección de déficit, en el sentido de poder ver el despilfarro.

P. La reforma del mercado de trabajo, ¿cree que puede lograrse pacíficamente?

R. Esto va ligado al déficit. Esta persona de La Seda planteaba el tema del abuso del subsidio del desempleo. Yo sí creo que una parte importante de la población española se da cuenta de que vamos a tardar una larga temporada en volver a ver el incremento de los salarios de manera importante. En este sentido, hay una aceptación de la austeridad. Si a la población se le dice la verdad, la va a entender. La gente está dispuesta a ser más austera durante un tiempo.

P. El margen para una política de relanzamiento es bastante limitado ya que habrá que reducir el déficit. ¿Cuáles son sus principales promesas?

R.Nosotros no estamos haciendo ninguna promesa. Nuestras principales banderas, entre las que está la reducción de impuestos, la condicionamos a una disminución del déficit. Lo mismo pasa en el mercado laboral, donde planteamos algunas medidas imprescindibles mientras mucha gente propone otras.

P. Muchos empresarios esperan que el PP, a diferencia del PSOE, no retroceda en temas como el mercado de trabajo o la ley de huelga, aún si aplicar las medidas supone enfrentarse con los sindicatos. ¿Es un compromiso?

R. Yo creo que podemos entendernos con los sindicatos. Por lo que hace a la patronal, tiene que comprender que no pueden ganar diez a cero.

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