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El Joventut confiere argumento al serial

Robert Álvarez

El Joventut salvó del tedio la serie final. Le dio argumento en la misma medida en que el Madrid se lo hurtó al tercer partido. Ayer no hubo otro equipo que el de casa.El Madrid sesteó en el colchón del 2-0. Simpson, el enemigo que quita el aliento al público badalonés, se marcó un triple para la foto y el balón pasó a un palmo del aro. Así arrancó, así transcurrió y así acabó el partido. Entre la abulia del Madrid y la forma con la que mordió el cuchillo entre los dientes el Joventut, el partido quedó visto para sentencia desde su mismo inicio.

Para que entre dos equipos de tal calibre se produzca tamaña diferencia debe existir cierta connivencia. El Joventut se empapó los manuales de defensa los días previos. Se trata de intensidad, pero también de imaginación. De que, de repente, Simpson no sepa si le marca Smith -como es habitual- o Villacampa; de que Sabonis se aburra en la zona gracias a las ayudas que recibe Ferran; de que Antúnez y Cargol se hagan un lío ante una defensa en zona por delante y al hombre por detrás. Total, que los verdinegros parecían los bad boys por la determinación y la eficacia de su defensa. Un caldo de cultivo ideal para que Jordi Villacampa se transformase en Jordan Villacampa y Smith se sumase al carnaval NBA disfrazándose de Scottie Pippen. La diferencia se acrecentaba paulatinamente, sin tirones, sin parones, a velocidad de crucero.

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A Antúnez le dio por convertirse en el redentor atacante con entradas a canasta en las que aprovechó su poderío físico ante un sorprendido Rafael Jofresa. Fue esa la respuesta que ofreció el Madrid durante los primeros 10 minutos, en los que aún le fueron peor los balones que dejó para que Cargol se jugase el uno contra uno ante la imposibilidad de elegir otra alternativa. La defensa del Joventut empezaba a hacer mella.

Luyk echó mano, ya entonces, con 26-15 en el marcador, de una defensa en zona ligeramente presionante. Retocó sus filas, introdujo cambios, acabó incluso por sentar a Sabonis, invisible durante el primer cuarto de hora. De nada sirvió. El termómetro siguió subiendo: 34-17. Luyk siguió echando defensa al tema dando entrada a Martín y Santos. Pero los suyos ya habían perdido el hilo. Algún triple de Sabonis, alguna basura, poca, recogida. por Brown, y apenas nada más. A escala de conjunto, de estrategia, el Madrid estaba sepultado. Lolo Sainz parecía incluso cómodo a la hora de dar respiro a los suyos, iniciando una atinada rueda de cambios. Los relevos del Madrid buscaban descifrar un cuadro abstracto; los del Joventut, sólo un poco de oxígeno para continuar dibujando.

Poco más hubo. El Madrid volvió a una defensa en zona presionante, desde el centro de la pista. Recurrió, con Lasa, a una estrategia basada en encomendar su suerte al acierto de sus pívots en la zona. El desgaste ya no sor prendía al rival. Hubo, eso sí, un momento de vacilación cuando los badaloneses vieron que su artillería pesada estaba en el banquillo. El Madrid bajó a 11 puntos la diferencia: 62-51. Pero volvió Villacampa y emergió Jent, con una corta pero consecutiva serie de rebotes y triples. Jent, tan denostado desde que llegó, es el nuevo grito de guerra en Badalona. El rubio sustituto de Pressley se está convirtiendo en el talismán. La diferencia engordó hasta 22 tantos, 80-58, cuando el Madrid ya había empezado a dosificar a sus mejores titulares para el partido de mañana. Santos acabó manejando el ataque del Madrid. Su naufragio fue tan claro como el de su equipo. Lolo Sainz también capituló y dosifico a sus mejores bazas. Ni por esas. El Madrid recibió un correctivo que podría ocasionarle algún trastorno con vistas al cuarto partido. Siguió tan dormido al final como al principio, sin que se supiera bien si por sueno o por la inconsciencia propia de quien está noqueado.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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