Gorras legales, gorras ilegales
300 puestos sin licencia invadieron San Isidro
Miles de madrileños, cientos de vendedores y decenas de políticos desfilaron ayer por las praderas de San Isidro en el día grande de las fiestas de Madrid. El colapso de visitantes fue propiciado, según la policía, por la presencia masiva de puestos de venta ambulante, más de 400, en vez de los 60 autorizados. La policía no tuvo otra opción que abrir el paso a los vendedores ¡legales, que se apiñaban en el recinto a primeras horas de la madrugada ante el recinto ferial con sus gorras, llores y dulces, más baratos que los legales.
Muchos de los residentes que viven junto ¡al parque de San Isidro estaban ayer por la mañana enojados ya que numerosas furgonetas habían bloqueado los accesos al barrio. La mayor parte de los coches pertenecían a los vendedores que a primeras horas de la madrugada pretendían sin licencia pasar, el cerco de la Policía Municipal que rodeaba el recinto.Sobre las cuatro de la mañana los agentes consiguieron detener el primer intento de paso de los comerciantes. A las seis de la mañana, la avalancha de los vendedores originó que la policía les diera vía libre para evitar incidentes mayores.
Un mando de la Policía Municipal indicó que en el recinto al mediodía había más de 300 puestos ¡legales que habían invadido el paseo Quince de Mayo y los aledaños. La mayor parte de ellos eran comerciantes llegados desde fuera de Madrid. La instalación de los comerciantes ¡legales provocó las iras de los puestos ubicados con la preceptiva autorización. "Es injusto que yo pague 37.000 pesetas al Ayuntamiento para vender y que ese tío venga aquí, ponga su puesto con descaro y encima venda más barato que yo", comentó Miguel, propietario de un puesto de gorras que ocupaba cuatro metros de la calle.
Como una selva
Los vendedores ilegales no querían volverse atrás después de haber luchado toda la noche para acceder. al recinto. Roberto Benedicto, que llegó desde Peñíscola el viernes para vender amuletos, consideraba que aquello era una selva en la que vencía el más fuerte.La Asociación de Vecinos de San Isidro de Carabanchel, que prepara las actividades del día, expresaba a través de su presidenta, Julia García, su malestar por la forma en que los vendedores habían aparcado alrededor del parque de San Isidro todos sus vehículos, "con matrículas de Navarra, Córdoba y Jaén".
El alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, que llegó a la pradera a las dos de la tarde, no quiso responder a las críticas. De política, "nada, porque los santos no saben nada de eso". A su lado, Ángel Matanzo refunfuñaba: "Voy a pedirle al patrón mi dignidad y mi sitio, porque soy un concejal electo y no un funcionario de carrera".
A lo largo del día, más de 30.000 personas pasaron por la ermita del santo para beber el agua de propiedades curativas.
En algún momento hubo tortas para visitar al santo o protestas para acceder al patio donde se bebe el agua, ya que durante una hora se cerró el paso para inaugurar y bendecir un centro gallego, con la presencia del arzobispo de Madrid Ángel Suquía. Los ciudadanos sabotearon las palabras del alcalde y del arzobispo coreando el grito de "agua, agua".
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