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González dice que le han felicitado en Europa por su coraje y valor político

Anabel Díez

El presidente del Gobierno, Felipe González, lejos de hablar ayer del jueves negro de la economía española, defendió la bondad de la medida de devaluar la peseta y presumió de que algunos homólogos europeos le han alabado por tomar esa medida en plena campaña electoral. Así lo manifestó en Palma de Mallorca, ante varios miles de personas congregadas en el Palacio de los Deportes, que le recibieron con una afectividad desbordante. El líder socialista no mencionó al presidente del Partido Popular, José María Aznar, y adelantó que no se iba a entretener "en lo inexistente", en referencia al programa de los populares.

El secretario general de los socialistas desgranó los aspectos positivos de la devaluación, aunque antes proclamó que la crisis económica "durará 10 veces menos" que la que tuvo que afrontar el PSOE cuando llegó al Gobierno en 1982. Todo su alegato se centró en demostrar que las medidas que ha tomado como presidente del Gobierno en absoluto han sido para contentar a nadie, sino que siempre le ha guiado "el interés del país". Por eso, dijo, no convocó las elecciones en octubre de 1992, a pesar de que ya sabía que 1a crisis estaba encima" y se iba a notar en estas fechas. Y por eso devaluó el jueves la peseta, porque era el momento de hacerlo, e incluso lo hubiera hecho, añadió, el día de las elecciones si así hubiera sido necesario. Después se echó flores: "Algunos colegas europeos con los que he hablado estos días me han dicho que esta decisión mostraba coraje y valor político".González se hizo eco "de los que chillan" contra esta medida económica y, después (de reconocer los efectos negativos, resaltó los positivos: mejora de las exportaciones, aumento de los precios en origen para el agricultor, empleo para muchas personas y relanzamiento del sector turístico, tan fundamental para las islas Baleares desde donde hablaba.

Feudo de la derecha

En el mitin de ayer en, Palma de Mallorca, Felipe González estuvo arropado por los militantes y simpatizantes del Partido Socialista de Baleares, que nunca ha conocido el poder en esta comunidad autónoma, gobernada desde 1977 primero por el centro y desde entonces por la derecha. Las críticas al Gobierno del conservador Gabriel Cañellas correspondieron a los dirigentes del lugar. Primero Joan March, secretario general de los socialistas baleares, y después, Félix Pons, presidente del Congreso.

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March fue contundente: "Aquí en las islas sabemos cómo gobierna el PP. Los gobiernos de ese color en Galicia y Cantabria son idílicos si los comparamos con Baleares, un modelo caciquil y siciliano".

Los militantes socitalistas exhibían pancartas con la leyenda "los votos no se compran", en referencia al Ayuntamiento de Calviá, donde los populares intentaron comprar el voto de un concejal socialista para desbancar al PSOE del gobierno de esa corporación. Félix Pons pidió el apoyo "de la mayoría." para seguir con el proceso de modernización y, después de hacer un discurso ético' y de contenido renovador, se adentró también en la crítica a los modos de hacer de la derecha balear, "preocupada por sus intereses particulares" y por el "apego a sus tierras".

La defensa de la política y su dignificación fue otro de los apartados que con más vehemencia resaltó Felipe González, que pidió a los jóvenes que participen en la política. "No volvamos a lo que decía Franco, que cuando se le preguntaba, decía que él era apolítico".

El presidente del Gobierno consideró imprescindible un pacto por el empleo y por la competitividad. Aseguró que no iba a perder ni un minuto en criticar "lo inexistente", en referencia al programa electoral de los populares, pero evitó entrar en descalificaciones. Al señalar que no quería contribuir a crear un ambiente de crispación social, dijo: "Apelo al respeto por las ideas de todos, aunque sean regresivas".

Los últimos minutos de su discurso, ya entre aplausos ininterrumpidos, los dedicó a intentar desterrar la idea de que se ha convertido en un personaje inaccesible y alejado de la realidad y de los ciudadanos. "Soy un ciudadano como cualquier otro, de origen humilde, alguien que entrega su esfuerzo por la cosa pública; no me interesa que se haga de mí un mito, ni mística alguna; no me interesa que se me separe de mis conciudadanos".

Entre los asistentes más enfervorecidos se encontraba la actriz y cantante Sara Montiel, que aplaudía sin cesar mientras fumaba un enorme puro habano. "No tengo carné pero soy solidaria con el socialismo Pepe, mi marido, también lo era y toda mi familia", proclamó Montiel.

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Sobre la firma

Anabel Díez
Es informadora política y parlamentaria en EL PAÍS desde hace tres décadas, con un paso previo en Radio El País. Es premio Carandell y Josefina Carabias a la cronista parlamentaria que otorgan el Senado y el Congreso, respectivamente. Es presidenta de Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).

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