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El Real Madrid saca petróleo de la zona

En el segundo acto, el Madrid y el Joventut decidieron bajar a la mina. Los blancos encontraron petróleo en forma de victoria casi definitiva y los verdinegros salieron a la superficie con la cara más negra que el carbón. Y todo por la zona, que mantuvo a flote al Madrid y supuso la ruina del Joventut. La zona físicamente hablando (ésa que está pintada de otro color y que también es conocida como el reino de Sabonis) y la zona presionante que dispuso Clifford Luyk a partir del minuto 8 (8-23 en el marcador).La primera fue pisada por el Joventut, pero su presencia no pasó siquiera de ser testimonial. La segunda fue un muro casi infranqueable que devolvío a la tierra al equipo blanco (hasta entonces, en las nubes) al mismo tiempo que bloqueó el fino y fluido ataque verdinegro del primer cuarto del encuentro.

La zona física es esa pequeña parte del campo donde comienza y finaliza casi todo. Para jugar el balón hay que tenerlo (Perogrullo dixit) y en más de la mitad de las veces se captura por el aire. De las 71 ocasiones que voló la pelota rebotada del aro, el Madrid cogió 45, quedando las migajas para el Joventut (26).

Tamaña diferencia señala con el dedo a un hombre, Arvidas Sabonis. El lituano batió el récord de rebotes en un partido de play-offs con 17. Pero ahí no acabó su protagonismo. Sabas fue el auténtico señor de las inmediaciones del aro. El Joventut tiene cuatro pivots solventes. Ferrán, Morales y Kopicki no fueron capaces de anotar un miserable punto. Thompson fue obligado a emigrar para alcanzar los 12. Sabonis, él solito, logró 23.

Desaparecidos sus pivots detrás del cuerpo y el alma de Sabonis, el Joventut se encomendó a Villacampa. La salida fulgurante del mejor anotador español, unida a una empanada blanca marca de la casa, puso al Madrid contra las cuerdas con 15 puntos de desventaja. Entonces fue cuando Luyk sacó de la chistera la otra zona, presionante en medio campo, con dos contra uno en la parte alta. Si la efectividad de un tipo de defensa se mide en términos absolutos (puntos en contra), con decir que en los 32 minutos restantes desde su primera aparición el Joventut logró 37 (poco más de uno por minuto), basta y sobra.

Equilibrado el partido a partir del minuto 18 (33-33), la cosa se puso espesísima. Si lo de meter canastas estaba crudo, la meticulosidad arbitral lo puso más difícil colocando al borde de la eliminación a Simpson, Cargol, Biriukov y Villacampa. Toda la artillería ligera estaba con un pie fuera del encuentro en el momento de la decisión (61-56, minuto 36).

El desenlace fue acorde con el partido. Fallos en el lanzamiento, dos penalizaciones consecutivas de tres segundos en contra del Madrid y seis puntos entre los dos equipos, en los últimos cuatro minutos. Villacampa intentó un triple salvador a falta de dos segundos. Sabonis capturó el rechace, batió el record de rebotes y casi se llevó el balón de recuerdo. El Joventut se la jugó por fuera y la pelota acabó en las manos del de casi siempre. Lógico.

Un día con frac y por sus lanzadores, otro con casco minero y gracias a las zonas, el Madrid ha alcanzado el umbral del éxito. La Liga, novia esquiva durante seis años, parece concederle por fin sus favores sin importarle la indumentaria que lleve. A no ser que el Joventut saque el disfraz de rompedor de tradiciones.

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