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Las autoridades deciden entregar el dinero exigido por el secuestrador de 6 niños en París

Seis niños de entre tres y cuatro años de edad y su maestra seguían secuestrados en las primeras horas de la madrugada de hoy en un aula de un centro de enseñanza preescolar del barrio parisiense de Neuilly-sur-Seine. El secuestrador, un hombre encapuchado y armado con un revólver, declaraba que "tan sólo" quería un rescate de 100 millones de francos (unos 2.000 millones de pesetas) y afirmaba que prefería "morir a ser capturado vivo". El Gobierno francés, que renunciaba a ordenar un asalto policial, tenía preparado ese dinero. Esta pesadilla había comenzado a las 9.30 de la mañana del pasado jueves.

A las 18 horas, la llegada a la escuela de una furgoneta con el dinero exigido por el secuestrador había hecho suponer que el final del drama estaba próximo. A medianoche, no había novedades, pero no podía descartarse la posibilidad de que las autoridades dejaran salir en las horas próximas al secuestrador con el dinero. Su táctica parecía consistir en conseguir lo antes posible el fin de la toma de rehenes, para intentar capturar al criminal una vez en la calle.Los niños, según las personas que negociaban con el desconocido secuestrador, dormían anoche a pierna suelta merced a los tranquilizantes que les habían sido introducidos en los alimentos. Lo mismo había ocurrido en la noche del jueves al viernes. El secuestrador, en cambio, la había pasado despierto, bebiendo grandes cantidades de café.

El secuestrador aseguraba que, además del revólver, llevaba encima explosivos que podía activar en cualquier momento, y añadía que, en el momento de su salida de la escuela, los niños le servirían de "escudo".

Los padres de los rehenes estaban mucho más angustiados que los niños. Éstos pasaron la jornada de ayer pintando, cantando, haciendo trabajos manuales y jugando en un rincón de la clase. Desde el primer momento de la pesadilla, la maestra les había dicho que todo era un juego. No obstante, los pequeños comenzaban a inquietarse por la larga separación de sus padres.

La maestra de los chavalines, Laurence Dreyfus, una mujer menuda y de pelo rubio, de 30 años de edad, era la principal heroína del drama. En la segunda jornada de secuestro, la maestra seguía conservando su sangre fría y todavía conseguía convencer a sus alumnos de que el encapuchado era "un señor que se había disfrazado para hacer reír" y que el revólver era "de jueguete". "La maestra lo está haciendo muy bien; los niños no estan aterrados", declaró la madre, de Lucas Narboni, uno de los alumnos liberados el jueves.

El Gobierno francés reiteraba su renuncia a cualquier operación violenta de rescate protagonizada por la policía. No quería poner en peligro la vida de los niños. Las autoridades preferían utilizar la vía de la negociación para intentar seguir liberando rehenes. El Banco de Francia había puesto a su disposición la suma reclamada por el secuestrador.

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A lo largo del jueves, duras negociaciones habían permitido obtener la salida en diferentes etapas de 14 de los 20 niños inicialmente retenidos por el encapuchado.

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