La igualdad, una carrera de fondo
Son el 50% del electorado, el 58% de los universitarios__y el 33% del mercado laboral, pero a las mujeres aún les toca casi el 100% del trabajo doméstico
El primer guiño electoral de Felipe González se dirigió a las mujeres. Significativo: "Uno de los retos sociales a afrontar en los próximos años es la incorporación de la mujer a los puestos de responsabilidad", dijo el presidente en su primera entrevista televisada. Derrumbada sobre el sofá de su casa después de 11 horas de jornada laboral, Neus L. tenía en ese momento un oído puesto en la entrevista, otro en la respiración acatarrada de su hija de tres años y ambos en el agudo silbido de la olla exprés, de la que se había olvidado por completo. Al día siguiente tenía que tomar el puente aéreo a Madrid para asistir a una reunión de su empresa y todavía no había localizado a la señora de la limpieza para que se quedara con la niña porque la canguro está de exámenes.Sobre las rodillas, el fajo de estadísticas que aún no había podido ojear y un papel con el teléfono del pediatra, por si la niña empeoraba. "Me sentía como Diane Ketton en Baby Boom" recuerda. "Así que las palabras del presidente me reconfortaron. Pero pensé que lo nuestro no se arregla con cargos. Primero hay que resolver la infraestructura social".
Neus L. es una de las muchas mujeres que, pasados los 35 y tras diversos fracasos sentimentales, ha decidido constituir una familia. Como no tiene pareja estable, la suya es una familia de las que llaman monoparanteral. Es decir, ella y su hija. Y hacerlo sin renunciar a su carrera profesional como economista de prestigio. Pero ahora se da cuenta de lo duro que es. "Al día siguiente, en el avión, en medio de tantos ejecutivos, pensaba: ¿Cuántos de estos hombres saben siquiera el nombre del pediatra de sus hijos?"
Basta una ojeada en las antesalas de embarque de los aeropuertos para darse cuenta de la posición que ocupan las mujeres. La conclusión es evidente: el día en que el puente aéreo Madrid-Barcelona o el AVE Madrid-Sevilla dejen de ser remansos de masculinidad, se podrá hablar de democracia paritaria según la define la declaración de Atenas, formulada en noviembre de 1992 por mujeres de toda Europa: una democracia en que la participación de hombres y mujeres no sea inferior al 40% ni superior al 60%. Ése es el objetivo.
De momento, España, como en muchos otros países, está en una democracia a secas, en la antesala de la democracia de cuotas, pero seguramente no harán falta los 475 años que la Organización Internacional de Trabajo estima necesarios para que la mujer alcance su plena equiparación con el hombre. Al menos no parece esa la tendencia. Y ello implicará grandes cambios sociales. "La mayor revolución social de la modernidad", en palabras de la filósofa Agnes Heller.
No es casualidad que las mujeres políticas estén en esta campaña más solicitadas que nunca y tampoco que la cuestión de la igualdad de la mujer haya cobrado tanto ímpetu últimamente. El factor Hillary [la influyente esposa del presidente de EE UU] planea sobre las elecciones españolas, como una brisa de inquietante perfume para muchos políticos. Las mujeres constituyen la mitad del electorado y ya no puede decirse que sea una masa amorfa. Al contrario. Las elecciones presidenciales de EE UU han demostrado hasta qué punto pueden cobrar fuerza en un momento dado. Para empezar, las mujeres votaron más que los hombres: 54% frente al 46%. Y votaron de manera más progresista que conservadora. Tal vez estos datos expliquen por que el candidato José María Aznar ha cambiado de rumbo de repente y ha prometido mantener la actual legislación sobre el aborto, cuan do su partido votó en contra de esta ley e incluso la recurrió ante el Tribunal Constitucional.
Pero este nuevo clima no es sólo consecuencia de la borrasca que llega del oeste. También en la sociedad española se han producido cambios que ya no pueden pasar inadvertidos. Por ejemplo, las mujeres son ya ma yoría entre los universitarios. Hasta el punto de que, según las últimas estadísticas, el 56,75% de los universitarios con estudios terminados de ciclo corto y largo son mujeres. Y si se cuenta sólo la franja de población menor de 30 años, el porcentaje de mujeres universitarias es arrollador: el 58,3%, frente al 41,7% de hombres. Todo un hallazgo.
"El salto en la universidad ha sido espectacular", dice Purificación Gutiérrez, directora del Instituto de la Mujer. "Las mujeres europeas miran con ojos asombrados lo que ha ocurrido en España, porque aquí hemos recorrido en 10 años el camino que muchos otros países han recorrido en 30. En 1982 había 323.000 mujeres en la universidad, mientras que en 1992 eran 613.000, el doble. Ya no se puede decir que las mujeres tienen un problema de formación. Si no ocupan los cargos de responsabilidad que les corresponde es porque persisten obstáculos de índole cultural y social", añade.
Un techo de cristal es lo que sigue manteniendo a la mujer a ras de suelo. Muy por debajo de su capacidad. Porque estar a ras de suelo es tener el 6% de representación en las instituciones del Estado o que la representación política, en el caso más favorable, no pase del 14%, por mucho que sea más del doble del ridículo 6% que, tenía en 1982. Por no hablar de la iniciativa privada, donde su porcentaje de cargos directivos no supera el 5%. Lo cual constituye, incluso en términos de lógica económica, un contrasentido. Si la sociedad invierte en formar a la mujer, mantenerla marginada no sólo es injusto para ella, sino socialmente estúpido. Así lo advierte la economista Paulina Beato: "La exclusión de: este capital humano del proceso productivo significa un despilfarro, una mala asignación de los recursos". El cambio social exigirá una profunda modificación del tiempo de trabajo. La plena incorporación de la mujer ha de tener como parangón la plena incorporación del hombre en la vida doméstica. Y eso exigirá, según Matilde Vázquez, directora general de Estudios del Instituto de la Mujer, una transformación total de los actuales tiempos de trabajo.
El techo sigue ahí, pero la fuerza demográfica de las mujeres puede hacerlo estallar estrepitosamente. Porque se están produciendo cambios en la estructura social que han de tener consecuencias. Por ejemplo, la tasa de actividad de las mujeres ha subido seis puntos desde 1982. Eso quiere decir que ahora hay 950.000 mujeres ocupadas más que en 1982. Pero lo más, importante no es este salto, sino la tendencia.
Las mujeres que han conseguido destacar a base de un gran esfuerzo personal se encuentran incómodas con las cuotas. "Yo estoy aquí por mi valía", dicen.
Hasta ahora, sólo el PSOE e Izquierda Unida han establecido cuotas de mujeres. Cristina Alberdi, abogada y vocal del Conejo General del Poder Judicial, cree que si las cuotas no han dado mejores resultados, es porque la promoción de mujeres al Consejo de Ministros y a altos cargos de la Administración ha estado mal gestionada. De hecho, se ha promocionado a las mujeres exclusivamente en los ámbitos en que tradicionalmente hay un predominio de mujeres, casi todos ellos relacionados con asuntos sociales. En cambio, se cuentan con los dedos de la mano las mujeres promocionadas en Defensa, interior, Justicia o Exteriores. Éso sí que sería contribuir al cambio.
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