Observaciones
El mundo se vuelve indescifrable. Aunque no sea posible hacer una lectura ordenada, se puede intentar examinar fragmentos, aspectos, a la espera de que surjan tendencias, conceptos, acontecimientos simplificadores.- Primera observación, de carácter muy general: la crisis principal de lo político, esa de la que jamás se habla, reside sin duda en. el hecho de que lo político ya irio es lo que ha sido durante inucho tiempo, una manera de mirar y de comprender el mundo. ¿Para qué sirve, qué utilidad tiene para el ciudadano, para el hombre, si no le ofrece rriedios para comprender la historia y el presente? Lo político es también poder y regulación entre la economía y la sociedad. Pero ¿cómo puede, en democracia, ejercer ese poder y asegurar ese control si no pernúte que el ciudadano entienda las cosas antes de apoyarlas? La crisis de lo político radica en el hecho de que los partidos ya no ofrecen lecturas claras del mundo, ni lecturas claramente diferenciadias las unas de las otras. No hablemos en favor de una exageración de las ideologías, sino sólo en favor de la especificidad y de la claridad de las posibles lecturas del mundo: la crisis de lo político nace de la oscuridad y de lo confuso de los discursos. Y si es dificil llegar a un planteamiento coherente, digámoslo, y digamos por qué: en esa confesión y explicación de la. incapacidad habría ya enseñanza y, promesa.
- El acontecimiento más determinante, el que sin duda iriarcará el último medio siglo, es el hundimiento del imperio soviético. ¿Lo premeditó y preparó Estados Unidos? ¿Es, por el contrario, el desenlace natural e insoslayable de las taras insuperables del socialismo deiT.iocrátl"Ico y del sistema de econ0inía dirigida?
¿Aunque no fuera deseado, se previó? Si no fue previsto, ¿qué explica esa ceguera? Si lo fue, ¿qué explica la increíble torpeza de un Occidente triunfánte que se encaprichó de Gorbachov antes de abandonarlo y que apoya a Yeltsin, a pesar de ser un hombre que representa para su país y para el mundo entero la irritante imagen de un potentado impotente y demagogo en el que razonablemente no se debería confiar? Tras su loca agitación, Estados Unidos y Europa occidental esconden su incapacidad para comprender la situación y definir objetivos. No había que ser un genio para pensar que es mucho más dificil restaurar un país tras una revolución que reconstruirlo tras una guerra. En este último caso -y lo hemos experimentado en Europa-, la empresa es esencialmente material: las instituciones, las jerarquías, los valores, están ahí, y no hay más que reconstruir colegios, puentes, casas y fábricas. En el casode una revolución -y la aventura a la que estamos asistiendo lo es-, la cultura, las mentalidades, las prioridades, los símbolos, cambian totalmente o son destruidos, y cada individuo, así como todo el pueblo, debe hacer su revolución personal. Y es más lento y dificil modificar un comportamiento que construir un edificio. El dinero y la técnica no son suficientes.Hay algo perturbador y chocante en esa insoportable desenvoltura occidental que, además de no haber tomado en cuenta las dimensiones humanas y culturales, tan mal ha gestionado, ayudado u orientado el desarrollo del Tercer Mundo y la gestación de la realidad geopolítica, económica y geoestratégica que nacerá de los escombros de la antigua Unión Soviética.
Se podrá objetar que el problema planteado por el hundimiento del imperio soviético es de tal envergadura que la historia no podía más que farfullar, que nadie podía pretender controlarlo. Controlarlo es posible que no, ¿pero comprenderlo? Cualquier reflexión, aunque no fuera muy objetiva, nos habría permitido decirnos que, dado que la perfección no es de este mundo, en el sistema socialista no todo era perfectamente malo, y no todo es perfectamente bueno en el sistema liberal. Habría permitido gestionar las transiciones allí donde la voluntad de ruptura está provocando miseria y violencia. Los apparátchiki no han desaparecido, proliferan los potentados y los mafiosos. Sin duda, el pueblo ruso sabe que no quiere una vuelta atrás, pero ¿se le propone algún proyecto que le permita pensar que hay un porvenir que no implica ni sumisión ni revuelta? Liberalismo, ¡qué de errores y crímenes se cometen en tu nombre!
- Se podía haber previsto que, tras la caída del muro de Berlín y la muerte de Tito, la Federación Yugoslava tendría grandes dificultades para sobrevivir. Se podía haber previsto que, al no tener la compañíaRAúL de la comunidad internacional, la mutación provocaría dramas y desgarros. La historiaestaba ahí para contar las inmensas amenazas que traería consigo una nueva cuestión de los Balcanes. Se podían -y se debían- haber estudiado dos escenarios y montarlos inteligentemente para presentarlos como dos soluciones alternativas: una reforma de la federación o el divorcio por mutuo consentimiento. Se permitió que las cosas fueran demasiado lejos, hasta que fue demasiado
tarde, hasta que aparecieron demagogos y jefes guerreros, voluntad de poder y odios raciales. Al dejar que resurgieran unos recuerdos con una antigüedad de varias generaciones se permitió que se convirtieranen enemigos seres que, a pesar de sus diferencias, en su pueblo, en su casa, se consideraban y trataban como hermanos. Europa-y Estados Unidos han intervenido a destiempo y con torpeza. Europa, sobre todo, no ha logrado definir una actitud debido a intereses nacionales contrapuestos. Ha ido de encuentros en reuniones, de declaraciones en palabrería, de intervenciones tardías en marchas atrás; Europa ha puesto de manifiesto sus divisiones, su impotencia, su inexistencia política. Sus flaquezas en el drama que se desarrolla a sus puertas constituyen ya un atentado contra su credibilidad y amenazan su existencia misma como entidad política capaz de participar en los equilibrios del mundo. Pero ¿nos han contado todas las razones de esta impotencia aceptada?
- No contento con comprometer el futuro de la Unión Europea, el asunto yugoslavo revela la debilidad del sistema de Naciones Unidas. Pone de relieve el hecho de que no hay un nuevo orden internacional. Expresa, desgraciadamente, el carácter irrisorio de la intervención humanitaria.
Nos hace pensar que, a pesar, o a causa, de la globalización de los intercambios, del nacimiento de sistemas mundiales de información, de las naciones unidas, de la existencia de una potencia que puede recurrir alternativamente a la zanahoria o al palo, el mundo ha entrado en una fase de fragmentación y de conflictos múltiples; el Estado-nación ya no es el modelo capaz de basar la paz del mundo en la existencia de agentes homogéneos; el agonizante siglo XX se vive mal en un marco de conceptos heredados del XIX; la muerte del gran lobo malo soviético, lejos de anunciar la paz, libera energías alérgicas a toda institución y favorece violencias múltiples.
El mundo, dado su estado actual, nos invita a reinventar, puede que a inventar, lo político.
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