Fracaso total de las conversaciones de paz de México entre el Gobierno y la guerrilla
La paz en Guatemala, el único país de América Latina aún en guerra, tendrá que esperar. Sin acuerdos y en medio de la frustración, fueron suspendidas indefinidamente el sábado en México, tras tres jornadas de diálogo sordo, las conversaciones entre el Gobierno de ese país y la guerrilla. Al fracaso de este encuentro, el undécimo desde que se inició el proceso, se une ahora la regresión del proceso a su estado más primitivo.
"No ha habido acuerdo alguno", declaró el obispo Rodolfo Quezada, mediador en el conflicto. Atrás dejaba discusiones en las que hubo posiciones inflexibles e intolerantes, con el agravante de que esta vez las partes no llegaron a compartir siquiera la misma mesa.El desacuerdo se centró en la forma en que debe llegar el cese del fuego, que el Gobierno exige de inmediato y que la Unión Revolucionario Nacional Guatemalteca (URNG) pretende que sea después de que el país entre en una dinámica de cambios que sintonicen al menos con soluciones a los motivos que hace 30 años le obligaron a levantarse en armas: la terrible miseria y la profunda desigualdad social.
El Ejército, que es el que manda en el país, teme que un proceso de paz similar al de El Salvador ponga al descubierto 30 años de crímenes impunes contra la población civil y una guerra sucia clandestina que ha convertido a Guatemala en el país de América Latina donde más aberraciones por día se han cometido contra los derechos humanos. De ahí la negativa de los militares a concesiones que obliguen luego a muchos jefes y oficiales a tener que responder públicamente de sus acciones.
La guerrilla llegó en febrero con el Gobierno a un acuerdo de verificación de derechos humanos bajo supervisión internacional.
Sin embargo, el Ejército, representado en las negociaciones por cinco altos jefes, se opuso a que entrara en vigor este compromiso si antes no se producía del lado guerrillero un cese del fuego.
Este bloqueo ha impedido avanzar en la búsqueda de un calendario para alcanzar la paz, que el Gobierno, por otra parte, asegura que se puede desarrollar en sólo 90 días. La polarización ha sido tan fuerte en esta última ronda de negociaciones que ni siquiera ambas partes se prestaron a fijar una fecha indicativa para la paz a medio o largo plazo.
Manuel Conde, jefe de la delegación gubernamental abandonó el sábado México vinculando la inflexibilidad de la URNG al temor de sus dirigentes de verse obligados en breve a abandonar un modo de vida hecho a costa del exilio de estos 30 años.
La URNG, por su lado, ha advertido que no hará ningún tipo de concesiones hasta que no se den "pasos sustantivos", entre ellos la desmovilización total de los 500.000 integrantes de las Patrullas de Autodefensa Civil (paramilitares) y la reducción del Ejército, integrado por 50.000 hombres adoctrinados para combatir a la guerrilla como una cruzada contra el comunismo.
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