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El nuevo déficit francés es el más alto desde la II Guerra Mundial

El actual desequilibrio de las finanzas públicas francesas no tiene precedentes desde el final de la II Guerra Mundial, afirma Jean Raynaud, responsable de la auditoría presentada el pasado jueves al primer ministro, Edouard Balladur. La posibilidad de que este año la economía francesa conozca un crecimiento nulo o ligeramente negativo también es una novedad desde 1975. Y sin embargo la situación francesa es de las menos malas entre los grandes países industrializados, según subrayaban ayer la mayoría de los analistas.

Los mismos analistas aseguraban también que los criterios de convergencia establecidos por el Tratado de Maastricht son completamente inadecuados a la actual coyuntura económica europea. Ningún país de la CE, a excepción de Luxemburgo, los cumple en la actualidad.

El mal francés, revelado por la auditoría realizada por Raynaud, es un elevado déficit presupuestario -un 4,8% del PIB a finales de este año-, agravado por los agujeros en la Seguridad Social y el sistema de prestaciones de desempleo. En su conjunto (presupuesto, cuentas sociales y colectividades locales), el déficit público alcanzará el 6% a final de año.

La mala situación de las finanzas públicas no implica que la situación de la economía francesa sea catastrófica. Bérégovoy también dejó en herencia una inflación muy moderada, una divisa sólida, un comercio exterior excedentario, una balanza corriente de pagos equilibrada y una industria modernizada y dispuesta a subirse al carro de una recuperación internacional.

Francia ocupa en las clasificaciones de medios como The Economist y New York Times uno de los primeros lugares del tablero de honor, como comentó el pasado martes el presidente François Mitterrand. Raynaud anunció ayer que, a petición de Balladur, publicará a finales de mayo un informe que subrayará las ventajas de la economía francesa.

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