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El Guille y su banda vuelven a los juzgados

Guillermo Segura, El Guille, volvió ayer al juzgado, 14 años después de que sus fechorías le hicieran tristemente famoso. Y allí, ante el tribunal, asumió haber cometido 13 delitos en apenas tres meses, 13 fechorías que todavía coleaban por los pasillos de la Audiencia. Después escuchó una nueva condena y regresó a la cárcel.Guillermo Segura era el lugarteniente de El Jaro, cerebro de una banda juvenil que sembró el terror por los barrios madrileños hace algo más de un decenio. El Jaro murió por los balazos de un vecino del paseo de La Habana que le disparó cuando iba a robar un coche. Y el Guille fue su único heredero.

"Nos juntábamos por la tarde", recordaba ayer su antiguo compinche Francisco Torrecilla. "Robábamos coches y motos, después comprábamos droga y nos íbamos al campo a hacer caballitos; luego, ciegos perdidos, escogíamos una carretera y nos hacíamos todas las gasolineras que se ponían por delante". Torrecilla es el único miembro histórico de la banda que ahora disfruta de libertad (había cumplido tantos años de cárcel como la pena impuesta ayer); los demás están muertos, encarcelados o en paradero desconocido.

Las correrías de estos perros callejeros, especializados en tirones y atracos a gasolineras, ocuparon muchas páginas de los periódicos de entonces.

Trece años después, El Guille, Torrecilla y José Ceballos ya han sido juzgados y condenados repetidas veces por numerosos delitos. Ayer faltaron Ricardo Ceballos Rumini -el segundo de El Guille-, que se fugó de la cárcel hace unos meses, y Antonio Santalla, también fallecido.

Los tres procesados se conformaron con los años de cárcel que inicialmente les pedía el fiscal, quien optó por rebajarles las penas. No obstante, mantuvo su petición (alrededor de 160 años) para el evadido Rumini. Éste intervino en los 31 delitos que ayer llevaba en su agenda el fiscal; El Guille, en 13 de ellos, y Torrecilla, en dos. El fiscal ha necesitado nueve folios para exponer, sucintamente, sólo una parte de las fechorías de la banda entre octubre de 1979 y febrero de 1980.

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El beso frustrado

"Había noches que nos hacíamos hasta cinco y seis gasolineras", confesaba ayer Torrecilla. Si se sumara el dinero robado por todos ellos, la cifra no bajaría de los 200 millones. Torrecilla ha pagado ya sus años de talego. Ahora está muy escarmentado: "Desde aquello no he vuelto a delinquir, ni volveré a hacerlo; quiero rehacer mi vida, aunque nadie me da trabajo porque tengo antecedentes penales".

Yolanda, la esposa de El Guille, sólo tuvo tiempo ayer, en los pasillos de la Audiencia, de dar un beso a su marido. El intento de ambos de prolongarlo se frustró con un empujón brusco de los policías que escoltaban al detenido.

Los ojos brillantes de Yolanda relataban con nostalgia y admiración "el buen corazón" de El Guille. "Era un Tempranillo: parte del dinero de los atracos lo repartía entre los pobres del barrio de la UVA. Robó mucho, sí, pero nunca ha matado a nadie. Cuando robaba un coche, solía buscar en la guantera el teléfono del dueño para decirle dónde podía encontrarlo al día siguiente: 'Oye, me quedo con tal cosa, pero que sepas que te dejo el coche en tal sitio". Guillermo Segura sufre sida terminal, aunque Yolanda le vio ayer "mucho mejor que otras veces".

Desahuciado por la medicina, los jueces le han dejado varias veces en libertad por ese motivo. Pero siempre volvió a las andadas: la última vez se hizo varias gasolineras. Y por esa reincidencia, pese a su irreversible enfermedad, sigue en el talego.

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