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El Reino Unido sale de la recesion tras crecer un 0,2% en el primer cuatrimestre

Enric González

La City de Londres, todo cristales y cascotes bajo la lluvia, no estaba ayer para celebraciones. Y, sin embargo, había motivos para alegrarse: con fecha 26 de abril, el Gobierno británico dio por oficialmente terminada la recesión más larga desde 1945. La economía creció un 0,2% entre enero y abril, el tercer aumento consecutivo tras tres años desastrosos que han acabado con más de un millón de empleos y con miles de empresas. Tres descensos consecutivos señalan, según los manuales, el inicio de una recesión. Inversamente, según Downing Street, tres aumentos deben ser suficientes para marcar el fin de la misma.

Pese a la modestia del alza en el producto interior bruto (PIB), el canciller del Exchequer, Norman Lamont, se sintió en condiciones de anunciar que los buenos tiempos habían vuelto por fin. El crecimiento del PIB fue del 0,6% si se descuenta la deflación causada por petróleo y gas, cuya producción está a la baja desde 1990. Nada comparable a los años del boom, 1988 y 1989, pero suficiente para desplegar un poco de triunfalismo oficial. El canciller Lamont y el secretario del Tesoro, Michael Portillo, dedicaron la jornada a proclamar la buena nueva y a atribuirse méritos.Lamont afirmó, por ejemplo, que el Reino Unido empezaba a "recoger los frutos de todas las decisiones difíciles que yo y el Gobierno hemos adoptado en los dos últimos años", pese a que la medida más fructífera, al menos a corto plazo, fue el abandono del Sistema Monetario Europeo (SME) y la consiguiente devaluación y bajada de tipos de interés: un hecho dolorosamente impuesto al Gobierno por la fuerza de la realidad y por los asaltos de los especuladores monetarios.

El canciller del Exchequer señaló que el objetivo prioritario seguía siendo el control de la inflación, estimulada en los últimos meses por la devaluación y el incremento en el consumo interno. El déficit presupuestario, que rondará los nueve billones de pesetas este año, es otro obstáculo para la recuperación, y "una actitud dura es obviamente necesaria", dijo Lamont, refiriéndose a las subidas de impuestos previstas para los próximos dos ejercicios.

El secretario del Tesoro, Michael Portillo, afirmó a su vez que la recuperación sería "Ienta y modesta" y que ni siquiera a medio plazo era previsible una tasa de crecimiento cercana al 3%, como en el último boom de Margaret Thatcher. El presupuesto para el presente ejercicio marca un objetivo de crecimiento del 1,2%. Portillo señaló que un crecimiento lento sentaría las bases de "un periodo de bonanza económica más duradero y más sólido que los de anteriores décadas". La lección de los años 80, con altibajos vertiginosos y dosis masivas de inflación y deuda tras cada subida, ha sido "muy bien aprendida por los británicos", dijo.

El índice de inflación ha subido ligeramente en los dos últimos meses hasta el 1,9% anual, con la inflación subyacente en un 3,7%. Pero el Gobierno británico considera que los precios están controlados y se mantendrán, a finales de año, dentro de la banda del 1 al 4% que se ha fijado como objetivo.

Inflación y paro

La paulatina revaluación de la libra esterlina, que emerge poco a poco de las simas en que cayó tras el miércoles negro de septiembre, y la prudencia que muestran los escamados consumidores británicos a la hora de gastar, favorecen los planes gubernamentales.Para colmo de alegrías, el desempleo ha bajado en los dos últimos meses. Pero nadie acaba de creérselo del todo. Incluso en el Ministerio de Empleo se admite que una serie de recientes retoques estadísticos pueden haber distorsionado el índice y que, si la ciencia económica tiene algún sentido, la destrucción de puestos de trabajo debería proseguir constante aún hasta finales del presente año.

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