El voto de las mujeres
Consideran las firmantes del artículo que la próxima convocatoria electoral del 6 de junio debería reflejar una mayor presencia participativa de las mujeres en los órganos de representación y decisiones políticas, acorde con los avances conseguidos áreas como las de la familia, la educación, la salud o el trabajo.
El sistema democrático y el derecho de sufragio han supuesto para las mujeres el paso inicial y previo a su participación activa en todos los ámbitos de la sociedad. Dedicadas durante años a la lucha por la igualdad, no han valorado todavía la fuerza de su propio voto.Hoy, las mujeres de todo el mundo protagonizan un proceso de cambio, tanto en su vida cotidiana como en el papel que desempeñan en la sociedad, que va a traducirse en opciones políticas acordes con ese cambio. De ahí su apoyo cada vez más claro a las políticas de futuro y transformación, opuestas a aquellas situaciones anteriores en que su voto, estático y tradicional, estaba condicionado por el de los hombres.
Esfera privada
Esa sociedad de futuro debe diseñarse como participativa e igualitaria, valorar la diversidad y la solidaridad, y estar más cerca de las necesidades de los ciudadanos; ha de incorporar aquello que siendo importante para todos ha quedado tradicionalmente al margen de las decisiones políticas por considerarse propio de la esfera privada.
Por ello, consideramos que las mujeres somos una fuerza activa, capaz de incidir en la vida política, social y económica, y de presentar alternativas a la actual organización en un camino de profundización democrática y acercamiento de los poderes públicos a la sociedad civil. Todas debemos contribuir a una renovación del sistema ante los retos de una nueva configuración política nacional e internacional.
La democracia paritaria implica un reparto equilibrado del poder político entre hombres y mujeres, que pueda asegurar la igual participación de sus ciudadanos y ciudadanas en todos los ámbitos de la vida pública y en la toma de decisiones políticas.
La declaración suscrita en Atenas en noviembre de 1992, durante la celebración de la Primera Cumbre Europea de Mujeres en el Poder, destaca, como punto de partida, un nuevo planteamiento de participación política de las mujeres y consolida el término "democracia paritaria", así como el profundo cambio que ésta implica. Allí se acordó, como objetivo prioritario, que "la participación de mujeres y de hombres en puestos de representación política no fuera superior a un 60% ni inferior a un 40%".
La escasa presencia de las mujeres en los centros de representación política y en el proceso de toma de decisiones implica un déficit democrático incompatible con una verdadera democracia.
Si en dicho proceso no están presentes las mujeres, se corre el riesgo de ignorar los planteamientos, intereses y opiniones de la mitad de la sociedad y desaprovechar los recursos humanos disponibles. Ese déficit sólo puede superarse con una presencia más equilibrada de hombres y mujeres en los órganos de decisión política, lo que supondría un reparto más justo de las responsabilidades públicas y privadas.
Democracia paritaria
En el manifiesto de Atenas se hace un llamamiento a los dirigentes políticos europeos para que acepten todas las consecuencias de los principios democráticos sobre los que se asientan los partidos a los que pertenecen, garantizando la participación equitativa de mujeres y de hombres en las responsabilidades públicas, llevando a cabo una política de sensibilización al respecto y poniendo en marcha los mecanismos adecuadºos para su obtención.
La democracia paritaria no supone sólo una mayor participación de mujeres en los órganos de decisión política, sino el reconocimiento de una transformación social, con reflejo en lo político, que ha cambiado el contrato -vigente durante siglos- por el cual se asignaban distintos papeles sociales en función del sexo.
Una participación equilibrada de las mujeres y de los hombres en la toma de decisiones es susceptible de engendrar ideas, valores y comportamientos diferentes, dirigidos a la búsqueda de un mundo más justo y solidario para todos.
Así como la reivindicación del derecho de sufragio supuso el punto de partida del movimiento feminista, el objetivo de la democracia paritaria constituye la base para la construcción de una verdadera democracia con intervención de todos los integrantes del conjunto de la sociedad.
Estos principios deben estar presentes en cualquier discurso político que se considere democrático. El voto de las mujeres va a tener en cuenta, cada vez más, la forma en que se asuman estos planteamientos por parte de las fuerzas políticas.
Por tanto, es preciso coordinar, a través de objetivos comunes, los esfuerzos que llevan a cabo numerosos grupos de mujeres en defensa de sus intereses y aspiraciones legítimas, y asegurar una participación paritaria de hombres y mujeres en los órganos de representación política y en el proceso de toma de decisiones.
Mayor participación
En España tenemos de nuevo cita electoral en el próximo mes de junio. Los avances que las mujeres hemos conseguido en 16 años de democracia en el campo de la familia, la educación, la salud, el trabajo y los servicios sociales deberían reflejarse también en su mayor participación en los órganos de representación y decisión política, donde hasta ahora apenas están presentes.
De acuerdo con la declaración de Atenas, "invitamos a todos los dirigentes políticos a aceptar todas las consecuencias del principio de democracia en el que los partidos se fundamentan, garantizando una participación equilibrada entre mujeres y hombres en el poder".
Suscriben este artículo: Cristina Alberdi, Delia Blanco, Elena Arnedo, Duca Aranguren, Paloma Saavedra, Gladys Mendoza, Carmen Martínez Ten, Lucía Ruano, Pilar Escario, Carlota Bustelo, Rosa María Mateo, Rosa María Escapa, Inés Alberdi, Concha Giménez, Petra Mateos, Nicole Mucimik, Paulina Beato, Ymelda Navajo y Elena Salgado.
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