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Reportaje:

Mover la parálisis

Los madrileños discapacitados tienen ya un gimnasio adaptado a sus necesidades

Los clientes del gimnasio Paraolímpicos no exhiben bíceps lustrosos. Las duchas son bastante más amplias de lo habitual. Los aparatos de musculación son los mismos a los que se abrazan los culturistas, pero en vez de superhombres los utilizan personas mongálicas, parapléjicas o con parálisis cerebral. Todos ellos tienen allí el primer recinto deportivo de Madrid diseñado a su medida, pero no pondrán trabas a la integración de los normales en este universo usualmente ignorado por los que no tienen ninguna discapacidad.

Manuel Vicente es un hombre de 34 años, con una inteligencia libre pero con sus músculos atados por la soga de la parálisis cerebral. Habla con dificultad y el tiempo le va agarrotando los miembros cada vez más. Hace 16 años, cuando conoció a su entrenador, José María Olayo, Manuel pedía ayuda para suicidarse.Luego se aficionó al deporte, hizo amigos y aprendió a leer. Ahora puede estampar su firma en un papel y el ejercicio físico ocupa una parte del inacabable día en una silla de ruedas. "Mejoras sobre todo psíquicamente", dice Manolo, "porque si estás todo el día sin hacer nada te vuelves loco".

Lo fácil sería precisamente abandonarse a la inactividad, ya que cualquier movimiento implica una dificultad para su cuerpo. Sin embargo, Manolo dedica una hora diaria a desarrollar abdominales y dorsales en casa, donde vive con sus padres. En el nuevo gimnasio entrena dos horas, aunque necesita descansar unos minutos entre cada serie de ejercicios.

Cajón de sastre

"Hay un cajón de sastre con el rótulo de minusválido donde se meten personas con problemas absolutamente diferentes". Éste es el primer error a evitar, según José María Olayo, que es licenciado en Educación Física y lleva 16 años trabajando con personas discapacitadas. "Un ciego puede hacer prácticamente los mismos ejercicios que un vidente", comenta, "y además disponen de un polideportivo de la Organización Nacional de Ciegos".Entre las personas clasificadas con la etiqueta de minusválidos o discapacitados, los que hasta ahora encontraban más trabas para hacer deporte, según el director del nuevo gimnasio, son los paralíticos cerebrales. Necesitan una atención muy individualizada y tienen que pedir ayuda hasta para ir al retrete. Una de las características de los lesionados cerebrales es que se les retraen los tendones de los brazos y piernas. "Con el ejercicio físico se puede conseguir que los miembros no se retuerzan tanto", dice Olayo.

El director del centro deportivo se queja de la falta de información de muchos padres de paralíticos . cerebrales. "Hay muchos que ignoran que hay deportes específicos para sus hijos", cuenta el entrenador, "y que incluso pueden llegar a la alta competición, como los Juegos Paralímpicos".

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Lucha y petanca

Manolo es un forofo de la boccia, un juego muy parecido a la petanca pero con bolas rellenas de arena, y ha llegado a ser campeón de su categoría. No todos los deportes que practican son tan pacíficos: también luchan sobre colchonetas hasta sacar al contrincante del cuadrilátero.A pesar de que el nuevo gimnasio les facilita la práctica de ejercicio fisico, todavía no se ha eliminado el problema del transporte desde sus casas. Manolo vive en Vallecas y depende de amigos o familiares para que le trasladen al Barrio de la Concepción, donde está el gimnasio especial.

El centro Paraolímpicos -que recibió una subvención de la Fundación ONCE de 450.000 pesetas para los aparatos- también está concebido para que hagan deporte las personas mayores o que necesiten cualquier tipo de rehabilitación.

Sin embargo, el director comenta que ya ha habido personas jóvenes y sin ninguna discapacidad que le han pedido información, confesando que estaban "hartos de los gimnasios normales, donde la gente marca musculito y hay demasiado espíritu competitivo".

Antonio Alapont es el técnico deportivo del gimnasio. También nació -hace 21 años- con una lesión en su cerebro, aunque menos severa que la que sufre Manolo. Antonio participó en los Juegos Paralímpicos de Barcelona. Su deporte es el fútbol de siete jugadores. "Por qué me eligieron", apostilla, "a mí me daba igual".

Su equipo no hizo un buen papel. "Casi no habíamos entrenado y nos concentraron sólo dos semanas antes de la competición", explica. "Además, en Europa tienen otros criterios de valoración de las minusvalías", añade Olayo, "y los contrincantes estaban en mejores condiciones que los españoles".

Y sin atisbo de paternalismo hacia Antonio, da por terminado el tiempo de descanso: "¡Hala!, tráete esa colchoneta para acá".

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