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Reportaje:

La moda viene de Francia

Los éxitos del deporte francés llegan favorecidos por los extranjeros y las colonias

Francia está de moda. Su socialismo se ha hundido, pero su herencia deportiva no, muy al contrario. La derecha consiguió una aplastante victoria en un vuelco político histórico y ahora sigue disfrutando la racha de éxitos que ya se sucedían en la movida legislatura anterior. Los deportes de equipo son los principales protagonistas, y aunque las aportaciones extranjeras y de las colonias tengan buena parte del mérito, parece indiscutible que en Francia se sacan los frutos de una buena planificación como en los mejores tiempos. El sorprendente éxito del Limoges en la Liga Europea de baloncesto disputada en Atenas se ha unido a los del rugby, balonmano o fútbol.

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El chovinismo tiene esta vez justificaciones sobradas para engordar. Los medios de comunicación franceses se están quedando sin adjetivos en los últimos meses. El último paso del Limoges lo ha superado todo. Nadie hubiera apostado firmemente por él en la Final a Cuatro de Atenas, pero tampoco se podía olvidar que estaba entrenado por Bozidar Maljkovic. En la capital griega no había equipos de la antigua Yugoslavia, pero sí técnicos. Ellos decidieron casi todo, junto a jugadores, como Zdvoc, precisamente en el Limoges, o Kukoc, en el Benetton.En el triunfo del equipo francés también influyeron su americano Young y sus oriundos coloniales, Bilba, Dacoury o M'Bahia. Por ello, siempre se abre la discusión de qué proporción en el éxito se puede dar a la Francia profunda. Quizá poca, pero similar a la de los demás equipos de otros países. En el baloncesto ocurre como en el fútbol. Pero no en el rugby o en el balonmano, prácticamente. Y el Limoges ya había ganado con refuerzos la Copa Korac, en 1982 y 1983, y la Recopa, en 1988.

Francia ha recobrado protagonismo en deportes de gran predicamento público en los que, en Europa, había tenido un papel de escasa relevancia. La reconducción del fútbol francés llegó de la mano del Olímpico de Marsella y de su patrón, Bernard Tapie. A través de una gran inversión, el equipo que catapultó a Papin se codea ahora con los mejores del continente, junto al París Saint Germain. El Limoges de ahora no es el mejor Limoges de los últimos años, pero sí el más rentable.

Francia ya avisó en los pasados Juegos Olímpicos de Barcelona -al revés del alicaído Reino Unido, por ejemplo- que su deporte había mejorado. Dentro del segundo nivel en que se ha situado históricamente en el concierto mundial tras las grandes potencias, sus cotas aumentaron sensiblemente.

Sus resultados en los últimos siete Juegos fueron: México 68: 15 medallas (7 de oro, 3 de plata y 5 de bronce), Múnich 72: 13 (2, 4 y 7), Montreal 76: 9 (2 3 y 4) Moscú 80: 14 (6, 5 y 3): Los Ángeles 84: 27 (5, 7 y 15), Seúl 88: 16 (6, 4 y 6), Barcelona 92: 29 (8, 5 y 16).

Mínimo histórico

Montreal marcó un mínimo histórico, pese a que la estrella del vallista Guy Drut fue una relativa salvación. Los Ángeles, en cambio, fue un máximo ficticio, porque las ausencias de los países del Este devaluaron claramente la cita. Como mucho, Francia se hubiera acercado a las 20 medallas. Pero, en todo caso, incluso la cifra real de 27 que logró ha sido superada en 1992, donde ya no se pudo hablar de boicoteos.El anuncio de que corrían mejores vientos para el deporte francés tuvo un ejemplo perfecto en el balonmano. En un deporte donde siempre había sido una medianía, había dado un salto gigantesco. Desde aquel equipo con los Ferignac, eterno guardameta, y los hermanos Richard, al que España acabó descolgando para acercarse a la élite mundial, se había pasado a la medalla de bronce olímpica, tras la CEI y Suecia. Era un nuevo bloque que precisamente apeaba a la selección española de la medalla en su propia casa. Y sólo con un oriundo, aunque espléndido, el espectacular y agilísimo goleador Richardson.

La confirmación de que la mejoría no había sido una casualidad ha venido en el reciente Mundial, donde subió otro peldaño hacia la gloria, sólo por detrás de Rusia, pero por delante de la anfitriona, Suecia, anterior campeona.

El éxito del balonmano se sumaba al relativamente inesperado triunfo de la selección de rugby en el Torneo de las Cinco Naciones. La última derrota en Irlanda de Inglaterra, que parecía al comienzo del torneo la gran favorita, incluso le dio la victoria destacada. Los ingleses habían vencido en la jornada inicial a los franceses, por 16-15, y parecían encaminados a revalidar su supremacía continental. Pero Gales ya les sorprendió de entrada, y Francia, aunque sin brillar porque ha tenido múltiples problemas de renovación directiva y técnica, tanto de jugadores como de entrenadores, supo cerrar filas, fue práctica y no volvió a fallar.

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