La oposición a Berlín 2000 intensifica su campaña
Los grupos que se oponen a que Berlín sea la sede de los Juegos Olímpicos del año 2000 han intensificado su campaña en los últimos días mezclando acciones violentas contra las empresas que pretenden patrocinar el acontecimiento con la convocatoria de una manifestación que coincidirá, el próximo domingo, con el inicio de la visita a la capital alemana de los miembros del Comité Olímpico Internacional (COI) que, durante cinco días, inspeccionarán los planes y las instalaciones que la ciudad ofrece para los juegos. Berlín ya fue sede de una Olimpiadas en 1936, cuando el régimen nazi la utilizó con fines propagandísticos.La Coordinadora Antiolímpica de Berlín, un grupo que reúne a miembros de la izquierda alternativa berlinesa, comunistas renovados y verdes, espera que el domingo se congreguen al menos 10.000 personas en la plaza en la que, antes de la caída del muro, se encontraba el famoso paso fronterizo conocido con el nombre de Checkpoint Charlie, en el centro de la ciudad. Según Petra Pau, la portavoz de este grupo y miembro del PDS, heredero del antiguo partido comunista de la RDA, la manifestación será "ruidosa, divertida, confiada, grande, colorista y pacífica".
Las precisiones de Pau no son gratuitas, ya que en los últimos tiempos grupos más radicales han emprendido una campaña de ataques, sistemáticos contra las empresas que se han ofrecido a patrocinar los Juegos. El Berliner Bank ha sido una de las víctimas propiciatorias, ya que 29 de sus sucursales han sufrido daños que van desde rotura de cristales a incendios. Esta semana, sin embargo, el nivel de violencia y peligrosidad ha aumentado. Los grandes almacenes KDW y Kaufhauf fueron incendiados el miércoles, aunque afortunadamente no se produjeron víctimas.
Los argumentos de quienes se oponen a organizar unos Juegos Olímpicos son, principalmente, de orden económico y social. Los costes de la unificación, el estado deplorable de la economía en la antigua Alemania comunista, y la crisis que sufre el país, dicen, no permite gastarse el dinero en una operación de este tipo. Pero el senado berlinés, y específicamente el alcalde de la ciudad, el democristiano Eberhard Diepgen, centran todas sus esperanzas en obtener los Juegos. Su campaña, sin embargo, ha sido bastante desastrosa, minada por la mala gestión y las acusaciones de corrupción.
Pero la polémica sobre la conveniencia de organizar las olimpiadas en Berlín no sólo afecta a los grupos más radicales, sino que alcanza también a los partidos tradicionales. El recuerdo de los Juegos de 1936 no puede ser obviado por nadie. Entre otros recuerdos, por ejemplo, el estadio Olímpico sería el mismo en el que el nazismo organizó uno de sus más delirantes ejercicios de propaganda. Su misma arquitectura, la cumbre del fascismo, lleva a muchos a desaconsejar una segunda versión.
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