Refundar
Con tanto descalabro político como está ocurriendo por ahí, la palabra que se va a poner de moda en los próximos meses va a ser refundación. Hay que refundarlo todo: los partidos, las repúblicas, las corrientes ideológicas, hasta las elecciones ya celebradas. Se trata de empezar de cero. ¿Cuál cero?¿Es posible hacer que renazca todo el sistema? El marco es el mismo, la ideología no cambia demasiado, el público tampoco y a los actores les pasa tres cuartos de lo propio (sobre todo porque proponen la refundación para ofrecerse ellos como figuras refundadas e imprescindibles). Esto lo empezó Michel Rocard, proponiendo un big bang que aventara las maltrechas piezas del socialismo francés y las dejara convertidas en una nueva figura de caleidoscopio tal vez más atractivo para el electorado, con vistas a la siguiente ocasión en que se trate de elegir a alguien (a él en las presidenciales de 1995). Los más fieles continuadores de la teoría operan en Italia, sin embargo. Sólo que en este caso van a tener que refundar a la República por falta de actores; los de ahora van a estar en la cárcel. Y es que la diferencia de grado que exige un replanteamiento no debe buscarse en el agotamiento de las ideas, sino en el abultamiento de los bolsillos. En realidad, la refundación es un repentino ataque de honradez provocada por la pérdida de votos. En octubre veremos lo que hay que refundar en España.
Pero no se llamen ustedes a engaño. Ha llegado el momento de reivindicar la señera, sabia y previsora figura de don Jesús Gil y Gil, presidente del GIL. Nadie lo querrá reconocer, pero refundación es un eufemismo por segundos y terceros proyectos. Gil les gana por la mano y lleva al menos siete; pero ésa es la grandeza del hombre. Vio la necesidad de cambiar para sobrevivir mucho antes que estos aprendices.
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