Un país dominado por una sensación de hastío
Sólo en periodos de guerra o revolución se había dado un giro a la derecha tan espectacular
Que Francia es un país profundamente conservador pese a sus periódicos espasmos revolucionarios es algo que el propio François Mitterrand ha repetido en decenas de ocasiones, incluida la noche de mayo de 1981 en que se convirtió en el primer presidente de izquierdas de la V República. Pero este hecho no explica de modo suficiente el actual maremoto de la derecha. En situaciones normales, los franceses no habían dado nunca un giro político tan espectacular.Los resultados de las legislativas -más del 80% de los diputados para la coalición de centro-derecha- sólo tienen cuatro precedentes: en 1815, 1871, 1919 y 1968, los franceses también enviaron abrumadoras mayorías conservadoras al Parlamento. Pero en todos y cada uno de estos casos se trató de reacciones defensivas y aterradas tras situaciones revolucionarias -1815, 1871 y 1968- o guerra mundial -1919-
¿Qué ha ocurrido en Francia para que sus ciudadanos concedan a las derechas una fuerza que incluso a muchos de sus líderes les parece exagerada? ¿Por qué han votado tan masivamente contra una izquierda que habían aupado al poder en los años ochenta?
Para intentar encontrar una explicación hay que aceptar que las estadísticas no explican de modo suficiente el estado de un país. En el exterior de Francia se ha insistido demasiado en una visión optimista basada en los meros indicadores económicos del país. Se pensaba que los franceses debían estar contentos, puesto que los socialistas consiguieron controlar la inflación, mantener la fortaleza del franco, mejorar la capacidad exportadora del país y modernizar sus infraestructuras y su tejido económico.
A los electores del 21 y 28 de marzo esos indicadores les han importado un rábano. Según informaba ayer Libération, a partir de los datos de una encuesta realizada a la salida de los colegios electorales, el ascenso del paro ha sido de lejos la principal causa del rechazo a los socialistas. A ese motivo le han seguido los escándalos políticos y financieros y el cansancio por ver demasiado tiempo en el poder a la misma gente.
Pero esos factores explicarían un castigo al partido que ejercía el poder, no una sanción tan brutal. Hay que ir más lejos en el análisis. No es que la derecha haya ganado electores, es que los socialistas los han perdido. Un total de cuatro millones de votantes socialistas han preferido la abstención, el voto blanco o nulo, los ecologistas o los derechistas, y eso porque estaban desencantados por la aceptación resignada de la realidad que ha caracterizado la gestión del partido del puño y la rosa.
En último término, los resultados de estos comicios sólo pueden explicarse por lo que los sociólogos llaman "el nuevo mal francés". Es, como subraya Alain Duhamel, "una enfermedad psicólogica más que física". Una profunda sensación de hastío e inseguridad se ha adueñado de todo un pueblo, y eso sólo puede curarlo un gran psicoanalista o un magnífico mago o curandero. En todo caso, ese mal, como las enfermedades psíquicas individuales, tiene efectos somáticos. Incluso a nivel político. De ahí la nueva Chambre Introuvable de Francia.
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