La censura

Desde el domingo, una pregunta inquieta a los franceses: ¿cómo puede seguir en el Elíseo François Mitterrand? Lo que hace unos días eran sólo especulaciones del microcosmos, están hoy en la mente de todo el mundo. Como si los resultados de la primera vuelta, al liberar una aspiración latente, hubieran desacralizado al presidente de la República. ( ... ) El domingo, la era y el sistema mitterrandista han sido heridos de muerte, cualquiera que sea la movilización de la izquierda en la segunda vuelta. François Mitterrand no lo ignora: sabe que en pocas horas ha perdido mucho. No es inocente de la caída de los socialistas. Incluso si finge mañana no ser ni responsable ni culpable, está obligado a reconocer que la censura de los franceses, y la de los suyos, también se refiere a él.(... ) El, que preveía el fracaso, La censura pero no imaginaba el desastre,ve sus designios contrariados por los franceses: estaba dispuesto a tomar su hábito de presidente de oposición, semiárbitro, semicombatiente; había dejado algunas bombas de efecto retardado; había dispuesto a sus hombres, capaces de informar, constituyendo la armadura de un contra poder. Sin duda, el arsenal y las intenciones persisten. Pero (...) el margen de maniobra del presidente se ha reducido hasta parecer casi inexistente. Pero si, como ha ocurrido a menudo en la historia francesa, la segunda vuelta se contrapone a la primera, la credibilidad del presidente está herida definitivamente.(...) 24 de marzo