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Un ladrón apuñala a un vigilante y a un mensajero cuando atracaba a una mujer

Francisco Peregil

El vigilante privado Juan Luis de Benito, moreno, de 28 años, entrará cojeando en la iglesia cuando se case el próximo sábado. Ayer por la mañana, los vecinos de la colonia Mirasierra le gritaron que un hombre atracaba a una mujer. Cuando llegó a la escena, un mensajero socorría a la señora, pero ni siquiera entre ambos lograron reducir a Alberto C. C., quien además se las apañó para apuñalarles.

El atracador le metió tres centímetros de su navaja por encima de la rodilla izquierda a De Benito y éste le disparó en la pierna derecha; ahí empezó una persecución a paso lento de dos cojos sangrantes que se prolongó durante 600 metros de gritos, cuestas y chalés de lujo, entre mujeres que vociferaban alarmadas al paso de ambos.Minutos antes, Alberto C. C., de 27 años, había colocado la punta de su navaja en el cuello de una mujer japonesa, esposa de un diplomático, que salía del banco con 38.000 pesetas. Ella comenzó a gritar y el mensajero que pasaba por allí con su vespino enganchó por la espalda al atracador. En ese momento llegó el vigilante de la compañía Cevise, aparcó su coche y echó mano de las esposas.

"Era un hombre fortísirno", declaraba ayer el vigilante, en pijama y con la pierna en alto, cuando le dieron de alta en el hospital, "creo que es experto en artes marciales, no había forma de ponerle las esposas".

El atracador se deshizo del mensajero de un empujón y enganchó la pierna del guardia con un navajazo en dirección ascendente. Al de la moto, a pesar de que llevaba casco, logró meterle el filo de la navaja atravesando la nariz.

"Cuando me pegó la puñalada disparé al aire y le di el alto", declaraba De Benito, "entonces se volvió y aún quería pegarme otra puñalada. Yo le advertí: 'que disparo, que disparo', y menos mal que tuve la sangre fría para tirarle a la pierna".

Un tiro limpio

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El tiro resultó limpio, como se conoce en la jerga armamentística a los que entran y salen sin tocar hueso. Pero Alberto C. C. no se amilanó y emprendió la huida cuesta arriba hacia una furgoneta que había aparcado en las inmediaciones. "Íbamos los dos andando y sangrando. Yo le gritaba: '¡párate, párate!', y él seguía a pesar de que sabía que yo iba armado. Me decía: 'Que no me paro... ¡acércate tú si eres capaz!".La gente gritaba, pero nadie se atrevía a deternerle, hasta que un policía municipal avisó a los agentes de la comisaría de Fuencarral y éstos le redujeron.

Antes de que llegaran los policías asignados por el comisario del distrito para la prevención de delitos en la colonia, el atracador quiso deshacerse del arma tirándola a un chalé cercano.

Cuando le registraron los agentes le encontraron el carné de un gimnasio donde, al parecer, practica artes marciales.

El atracador, con dos antecedentes por tráfico de drogas y robo con fuerza, se encontraba ayer ingresado en las urgencias del hospital Ramón y Cajal custodiado por la policía. No le esperaba ningún familiar.

Tampoco se encontraba en la sala de espera ningún pariente del vigilante cuando salió del hospital. "Aún no se ha enterado ni mi madre ni mi novia", decía el guardia, "pero esto no va a retrasar la boda. El médico me ha dicho que no apoye la pierna durante dos días. Llevo cuatro años en la empresa y éste es el primer caso grave que he tenido".

La preocupación, tanto de sus jefes como de los agentes de la comisaría de Fuencarral, era dejar bien sentado que la intención del vigilante al disparar fue claramente disuasoria y se produjo en defensa propia.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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