'Caperucita Verde' contra Eurodisney
El ecologista Alain Rist confía en vencer en Marne-la-Vallée con su lucha contra el parque
, Antes incluso de que hubiera sido colocada su primera piedra, al emporio de Eurodisney le hacía cosquillas una Caperucita Verde llamada Alain Rist. Rist comenzó en 1985 a luchar contra la instalación en Marne-la-Vallée del parque de atracciones, y hoy, aunque la cosa ya no tenga remedio, sigue sin ser un entusiasta del reino mágico de Mickey Mouse. Ese combate de David contra Goliat le ganó a este veterano del Mayo del 68 la simpatía de sus vecinos. Apoyado de antemano por la cuarta parte de los 75.000 electores de Marne-la-Vallée, Rist puede ser uno de los diputados verdes de la futura Asamblea Nacional francesa.
Está Rist en su casita de piedra de Bussy-Saint-Martin, no lejos del castillo de Guermantes y al lado de un campo en el que un agricultor cultiva alternativamente trigo y maíz. Dentro de un rato asistirá a la vista oral del proceso que ha abierto contra una de las múltiples falsas candidaturas ecologistas que florecen en Francia. Señala una octavilla donde puede leerse: "Generación Verde", y explica: "Son unos fulanos de la secta Moon, medio simpatizantes también de Jean Marie Le Pen, que intentan aprovecharse del prestigio de los ecologistas en esta región".
Rist, de 45 años, es el aspirante oficial de la coalición formada por Los Verdes y Generación Ecología. Los ecologistas obtuvieron un 8% de los votos de Marne-la-Vallée en las legislativas de 1988, un 23,6% en las regionales de 1992, y el próximo domingo pueden seguir subiendo. Es, en gran medida, el fruto de la popularidad de este especialista en urbanismo. Aunque sea barbudo y extravertido, hasta los campesinos del lugar le consideran "un hombre serio". A eso contribuye el que esté "felizmente casado" desde hace 22 años y tenga dos hijos.
También tiene un perro, Ficelle, que dormita a su lado. Sus hijos recogieron a Ficelle hace unos cuantos veranos: unos parisienses que se iban de vacaciones lo habían abandonado al borde de la autopista. "Somos los herederos del Mayo del 68", dice Rist, que participó en la revuelta en la pequeña ciudad universitaria de Saint-Étienne y que, "tras una fase izquierdista", comenzó a "tomar conciencia ecologista" durante la batalla de los años 70 contra la conversión de la meseta ganadera de Larzac en un campo de entrenamiento militar. Pero lo que le llevó a militar en Los Verdes fue el lema La Francia que gana, esgrimido en 1985 por el Gobierno socialista de Laurent Fabius. "Comprendí que no podía ser ciudadano de un país con un lema tan repugnante". En 1985 Rist fundó la Asociación de Ciudadanos contra Eurodisney. Su objetivo era impedir la anunciada instalación en Marne-la-Vallée de ese complejo. "Combatíamos en primer lugar el enloquecedor efecto urbanístico del parque, y lo ocurrido nos ha dado la razón. Esta región se ha convertido en una tela de araña asfaltada con carreteras, autopistas y aparcamientos. Nuestros campos y nuestros bosques agonizan. En Marne-la-Vallée se presenta de modo agudo la cuestión del progreso. ¿Es esto el progreso? Pues si lo es, no lo queremos".
También denunciaba Rist el hecho de que Eurodisney no iba a aportar capital extranjero, "puesto que la mayor parte de su financiación es francesa, y en buena medida dinero del contribuyente". Y si los partidarios del parque subrayaban el aspecto de creación de empleos, Rist dice ahora: "El paro en esta región sigue siendo brutal, y además tenemos el problema del alojamiento de los trabajadores del parque venidos de otras partes. Hay que construirles viviendas. Se fabrican problemas en vez de aportar soluciones".
¿Y el argumento cultural? "Es evidente", dice el candidato, "que este parque está hecho para visitar Estados Unidos sin salir de Francia. Pero quiero precisar que yo le tengo mucho respeto a Walt Disney como artista. Ahora bien, la explotación comercial de su obra es otra cosa".
Y luego está el problema del reciclaje, esencial en la filosofía ecologista. "La zona donde ahora está instalado Eurodisney fue durante 500 años una de las tierras agrícolas más fértiles de Francia. No había ningún problema. Pero, ahora, ¿cómo puede reciclarse el parque? Es evidente que Eurodisney no va a durar 500 años. Quizás dure 20, 30 o como máximo un siglo. ¿Qué quedará luego? Un montón de cemento, plástico y vegetación no autóctona. Eurodisney se convertirá en un erial", concluye Rist.
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