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La cuentacuentos que vino de América

La escritora cubana Hilda Perera narra sus historias a los niños

Elsa Fernández-Santos

Hilda Perera comenzó a contar cuentos en su casa de La Habana, donde se reunían todos los niños del barrio. Hoy, esta escritora sexagenaria residente en Miami, tiene 11 nietos y recorre los colegios representando sus relatos con la ayuda de unas manos expresivas y de su marcado acento cubano. Ayer, varios alumnos de tercero de EGB del colegio Virgen del Pino asistieron a la narración de Rana ranita y El burrito que quería ser azul."El sapo le cantó a la rana: rana, ranita, carirredonda y ojifeíta, para mí eres bonita". Así comenzaba la primera historia. Los alumnos de tercero imitaron elefantes, águilas o caballos, sus animales favoritos, pero la escritora les convenció de que no les hacía falta parecerse a ningún animal para ser bonitos. Emocionados, aplaudieron.

La escritora, que está en España con motivo del IX congreso de literatura infantil de Jerez de la Frontera, tiene aspecto de abuela divertida -piel morena, pelo rubio, uñas rojas y largas, joyas llamativas y tacones-. Supo meterse a todos los asistentes en el bolsillo, incluidas las maestras, que estudiaban cada gesto de la narradora cubana. "Qué buena y qué guapa", decía Ruth, de nueve años. "Es americana, como un primo mío", añadió Laura, de ocho.

Hilda Perera, que participó en la campaña de alfabetización de la revolución cubana, se marchó de su país en 1964. "No soy activista contra Castro, es un hombre inteligentísimo y de un gran carisma, pero no pude resistir la falta de libertad". Perera reconoce la gran tradición de cuentos infantiles que existe en Cuba. "En España la tradición del cuento infantil también es muy rica y antigua, pero el éxito editorial de estos libros sólo se remonta a los últimos 10 años", explica la autora, que en España tiene publicados casi 40 títulos.

"La literatura infantil afrocubana es importantísima, pero es principalmente oral. Todavía está por recoger y estudiar", añade Perera. "Lo más interesante y delicado de esta tradición afroamericana es el componente del terror, son historias en las que la muerte y el diablo están muy presentes. Es la historia del coco. Pero una vez suavizada no es una tradición cruel, porque el niño necesita la tensión para mantener viva la atención".

Los cuentos de Hilda Perera son originales, de la tradición sólo ha recogido el placer de la transmisión oral. "Si a un niño le ofreces un cuento y una buena abuela o unos padres para contarlo, no habrá televisión que compita con ellos. Es muy cómodo sentar a un niño frente al televisor". Y los niños madrileños demostraron ayer que la escritora tiene razón: "En mi casa nunca me leen cuentos", se quejaba Laura, de ocho años, y dos amigas afirmaban extrañadas ante la queja: "Ni a nosotras".

La escritora utiliza a los niños que conoce para que le sugieran nuevas ideas. "Tengo un archivo lleno de posibles historias", explicaba ayer. De Madrid se lleva la idea de que una bandada de mariposas multicolores recorrían la Castellana sin que un guardia las pudiera detener. La culpable era una señora que había llegado de América y que había convertido a los niños de una clase en preciosos insectos. "Pero la profesora se puso a llorar y la señora americana los devolvió a la clase", añadió una niña de la primera fila que puso el punto final al cuento.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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