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Un lugar para el atasco

La calle de Cartagena, con la instalación de la nueva Audiencia, es un conflicto de circulación. En el corazón de la Guindalera, un barrio del distrito de Salamanca, los nuevos juzgados pugnan por hacerse hueco donde no lo hay. Calles estrechas de aceras diminutas, escasas zonas verdes, obras continuas y aparcamiento imposible.El barrio de la Guindalera está bien comunicado: las estaciones de metro de Cartagena, Avenida de América, Diego de León (seis líneas) y numerosos enlaces de autobús lo sitúan a pocos minutos de cualquier lugar de Madrid. Sin embargo, eso no soluciona el problema: en Madrid la gente va en su coche. La atmósfera de la zona es de las más contaminadas de la ciudad; el ruido no resulta menor. Las calles de Francisco Silvela y María de Molina se encargan cada día de organizar un formidable colapso circulatorio.

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El giro a la derecha de la avenida de América hacia Cartagena, desde la construcción del subterráneo en 1990, sólo tiene un carril -siempre colapsado- La congestión que se formaba en esa manzana se trasladó al cruce de María Molina con Francisco Silvela. La calle de Coslada suponía un alivio para los vehículos que salían de Madrid: era otra salida de la ciudad por la N-II; hoy ha cambiado de sentido y es una entrada hacia un nuevo atasco. El tráfico en la zona dibuja cada día un círculo vicioso.

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